CLAVES DE LA IDENTIDAD COOPERATIVA
Prof. Oscar Bastidas-Delgado.
Universidad Central de Venezuela (UCV).
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El término identidad proviene del latín identitas y denota la existencia de un conjunto de rasgos propios tipificantes de un individuo, comunidad, grupo poblacional u organizacional que permite establecer diferencias con otros supuestamente semejantes, que en el caso del presente documento se aplica a las cooperativas.
La práctica genera los rasgos de las cooperativas, simultáneamente, dependiendo del momento y de las normas internas de ellas y del marco legal del país que se trate, los rasgos se han ido definiendo mediante una especie de espiral: Práctica – Rasgos – Normas legales – Práctica, pero esa espiral no explica suficientemente el proceso.
Por identidad cooperativa puede entenderse entonces el conjunto de atributos que las cooperativas poseen, que permiten tipificarlas similarmente en cualquier región del planeta; gracias a ellos los cooperativistas pueden comunicarse, compartir inquietudes y actividades al mismo tiempo que construyen un movimiento con dimensiones locales, regionales, nacionales y hasta mundiales mediante procesos como la intercooperación y la integración.
Precisar los rasgos de las cooperativas es fundamental para quienes pretenden conducirlas, gestionarlas, ningún sector más interesado que el de los mismos cooperativistas en conocerlas en lo interno y en el contexto de sus comunidades y espacios. Quienes conducen cooperativas deben comprender esos rasgos pues proporcionan las bases para una gestión apropiada.
- – DEFINICIÓN DE COOPERATIVA COMO BASE DE LA IDENTIDAD.
Varias son las definiciones de cooperativa, algunas tan sencillas que definirían cualquier organización, dependiendo de las perspectivas todas son criticables. La OIT por ejemplo, asumió la siguiente en 1966:
«Una asociación de personas que se agrupan voluntariamente para lograr un objetivo común mediante la formación de una empresa controlada democráticamente y que aportan una cuota equitativa del capital que se requiere, aceptan una justa parte en los riesgos y beneficios, y en cuyo funcionamiento los asociados participan activamente».
Esa definición fue criticada por Bruno Roelants (Comité Internacional de Cooperativas de Producción y de Servicios Industriales y Artesanales, Cicopa) porque no hacía mención a que la cooperativa: 1. – Es una estructura autónoma, condición que no se alcanza con la expresión “voluntariamente”; 2. – Ignora quiénes son los propietarios de la empresa; y 3. – No precisa que responde a necesidades socio – económicas pues sólo se menciona la consecución de un objetivo común sin colocar límite alguno; Roelants agrega que puede aplicarse a un grupo mafioso[1].
Una definición ilustrativa qua apoya la caracterización de los rasgos o identidad de una cooperativa, la proporciona la ACI en su Declaración sobre la Identidad Cooperativa de su Congreso de Manchester (1995)[2]:
“Una cooperativa es una asociación autónoma de personas que se han unido de forma voluntaria para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales en común mediante una empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática”.
Aunque la aprobación de esta definición no estuvo exenta de críticas y observaciones, pareciera interpretar bastante bien qué es una cooperativa al satisfacer necesidades conceptuales y operativas de los actores y estudiosos del movimiento. Como lo señala Dante Cracogna, esa definición es corta, precisa y legitima por la fuente que la genera. [3] Esta definición fue acogida en documentos fundamentales como la Recomendación 193 sobre la Promoción de las Cooperativas (OIT, 2002), y casi textualmente en leyes nacionales de cooperativas como la venezolana.
- – RASGOS DE LAS COOPERATIVAS.
La definición de la ACI permite precisar rasgos útiles para el conocimiento y conducción de las cooperativas, solo en ella se visualizan cinco: 1.- desarrollan el asociacionismo como valor de base; 2.- son constituidas voluntariamente por personas naturales o jurídicas; 3.- sus promotores enfrentan necesidades y aspiraciones comunes; 4.- la empresa pertenece a quienes las constituyen: propiedad conjunta; y son gestionadas por sus asociados: gestión democrática.
Se presentan otros, ella:
- – Se corresponde con la lógica de las Organizaciones de la Economía Social (OES), al precisar que el objetivo de una cooperativa es la de satisfacer las necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales de quienes la constituyen.
- – Precisa que es una asociación autónoma de personas unidas “de forma voluntaria para satisfacer sus necesidades y aspiraciones en común”, esa amplitud abre opciones a personas naturales y jurídicas.
- – Reconoce el logro de objetivos mediante una empresa, de esta precisión puede afirmarse que todo cooperativista es un empresario y en consecuencia debe actuar como tal.
- – Atribuye a la empresa la propiedad conjunta y la gestión democrática, lo que permite inferir condición de colectiva en todo lo que de ella y en ella pudiera establecerse como objetivos, decisiones, gestión, actividades y uso y distribución de los excedentes.
- – Subraya la condición de no poseer ánimo de lucro, condición implícita en la afirmación “satisfacer las necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales de quienes la constituyen”; en líneas siguientes se formulan acotaciones sobre el lucro.
2.1. – LA DOBLE DIMENSIÓN ASOCIACIÓN – EMPRESA Y LA GESTIÓN COOPERATIVA.
De la definición de la ACI se desprende como primer rasgo que toda cooperativa posee una doble dimensión organizacional indisoluble: ser Asociación autónoma de persona y ser Empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática. Se subraya lo de indisoluble. La doble dimensión contribuye a focalizar las actividades de cada dimensión sin olvidar que constituyen una sola estructura.
Esa doble dimensión obliga a observar las cooperativas como organizaciones con sus objetivos sociales concentrados fundamentalmente en la Asociación, y los económicos concentrados en la Empresa; esa dialéctica afianza un doble anclaje en los espacios en los que actúan. También explica porque es erróneo denominar una cooperativa solo como “asociación” ya que olvida la dimensión empresarial, o solo como “empresa” pues olvida la asociativa: cooperativa es el término apropiado.
Ella proporciona a los asociados la posibilidad de desarrollar una multiplicidad de roles dependiendo de la ubicación que asuman al interior de su cooperativa: asociados y propietarios, directivos, gerentes, trabajadores – asociados, usuarios y hasta proveedores.
También contribuye a comprender de mejor manera la aplicación de los valores de la igualdad y la equidad en una cooperativa. Estos se manifiestan de maneras diferentes en ambas dimensiones: la igualdad domina en la Asociación en cuanto a una persona un voto y la igualdad de derechos para ocupar cargos en el gobierno de la empresa, mientras que la equidad lo hace en la empresa, fundamentalmente en cuanto al reparto de excedentes: a mayor aporte mayor excedente.
Si se observa la relación asociación – empresa a la luz del gráfico siguiente, la asociación ocuparía en forma simultánea y dialéctica el espacio de la esfera política y la empresa el de la esfera operativa.
GRÁFICO Nº 01. LA DOBLE DIMENSIÓN ASOCIACIÓN – EMPRESA.
En una cooperativa de trabajo asociado, por ejemplo, atentaría contra este valor que un asociado que no trabaja perciba similares anticipos de excedentes que aquel que sí lo hace, o que en una de ahorro y crédito quien no ahorre los perciba excedentes a quien sí ahorra. No en vano Robert Dale, hijo de Robert Owen, luego del fracaso de Nueva Armonía afirmó: “Todo esquema de cooperativa que proporcione igual remuneración al hábil y trabajador que al ignorante y ocioso, debe labrarse su propia ruina, por su injusto plan eliminará necesariamente a los miembros valiosos y se quedarán solo los imprevisores, los no cualificados y los malos”.
La Asociación y la Empresa se interrelacionan gracias el Núcleo Básico o instancia de coordinación que, a manera de bisagra, es responsable de convertir las estrategias propuestas por la Asociación en acciones concretas de la Empresa. Ese núcleo estaría conformado por los miembros del consejo de administración y la gerencia o coordinación general.
Esta doble dimensión proporciona interesantes bases para reorientar los procesos de Educación Cooperativa. Efectivamente, en aras del cumplimiento del Principio de la Educación, la capacitación y la información, toda cooperativa debería establecer una unidad específica como comité o departamento responsable de ese importante principio que, por tener carácter estratégico, debería adscribirse a la Asamblea de Asociados y no estar sujeta a los caprichos del consejo de administración que debe concentrarse en la empresa. Desde esa unidad, según el plan adoptado y aprobado por la asamblea, debe cubrir la totalidad de la cooperativa.
La cobertura mencionada debería realizarse así:
En cuanto a la Asociación. Todo lo concerniente al cooperativismo, sus valores y principios, la democracia, participación y autogestión; la formación de ciudadanos; organización y dirección de equipos, asambleas y reuniones; impulsos a la educación formal, la intercooperación y la integración, las relaciones con la comunidad y el ambiente, los planes de Responsabilidad Social Cooperativa (RSCoop); las alianzas; la formación de generaciones de relevo, y otros aspectos estratégicos concernientes al Gobierno Cooperativo.
En cuanto a la Empresa. Acá si trabajando en conjunto con el Consejo de Administración, cubrir lo concerniente a la capacitación para el trabajo impulsando procesos de emprendimiento corporativo, productividad, innovación, cadenas de valor y procedimientos, seguridad laboral; el proceso administrativo; las funciones administrativas (producto y mercadeo, producción y tecnología, personal, lo financiero, lo administrativo – contable y otros aspectos operativos concernientes a la Empresa Cooperativa.
Esas actividades estratégicas y operativas, así como las del núcleo básico son atravesada por lo informativo, proceso que debe emanar con influencia de la unidad de educación, aunque no exclusivamente pues depende de la dimensión a la que se dirija, y hasta rebasar los linderos de la cooperativa misma trascendiendo a las comunidades, la sociedad en lo nacional, y a lo internacional de conformidad con un movimiento que posee dimensiones mundiales.
También la doble dimensión contribuye notablemente a una mejor comprensión de la gestión cooperativa, ya que los procesos de cada dimensión son diferentes, específicos, según se trate de las actividades de gobierno o conducción integral de la cooperativa o de la administración de la empresa; la sinergia Gobierno – Administración es lo que pudiera entenderse como Gestión Cooperativa.
Los marcos legales de las cooperativas (nacional, regional, local, o interno: estatuto y reglamentos), deben ser suficientemente flexibles para insertar y conceder visibilidad a los diversos procesos socio – económicos tradicionales de comunidades en las cuales ellas se insertan y a los elementos modernos que surgen con nuevos procesos como la globalización y la cuarta y la ya muy próxima quinta revolución industrial. Deben ser voluntarios, surgidos de la participación amplia de la mayoría de sus actores y no solo de personas, particularmente algunos abogados, que asumen que con leyes se arreglan todos los complejos problemas de estos movimientos. En definitiva, no deben ser embudos obligatorios para el tránsito de las prácticas de estas organizaciones. Las iniciativas e innovaciones potenciales de los cooperativistas no deben limitarse por legales camisas de fuerza.
2.2. – VALORES Y PRINCIPIOS COMO GUÍAS DE ACCIÓN.
Los Valores y Principios son las directrices básicas para orientar la acción de las organizaciones y las cooperativas no son la excepción. Por el contrario, los movimientos constituidos por las cooperativas y las mutuales los asumen y han sistematizado al extremo de ser calificados como universales bajo el entendido de que no son uniformes, que varían dependiendo de los grupos humanos y sus contextos.
Para la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), los valores y principios cooperativos son
“los fundamentos básicos sobre los cuales descansa la doctrina cooperativa. Son los elementos que le dan unidad, integridad e identidad al movimiento cooperativo en el mundo”, y “las cooperativas están basadas en los valores de la autoayuda, la auto responsabilidad, la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad. En la tradición de sus fundadores, los asociados cooperativos hacen suyos los valores éticos de la honestidad, la transparencia, la responsabilidad y la vocación social”[4].
Sin duda alguna que moldean las actividades de las cooperativas, son fundamentales en el desarrollo de su cultura organizacional aunque no todas los practiquen con similar fuerza.
2.2.1. – Los Valores Cooperativos.
La dinámica cooperativa se debate entre las variables externas y propias, si el mundo cambia es de esperar que sus valores y principios también lo hagan, lo que explica por qué la ACI desde que instituyó los valores y principios como tales en 1934, los reformó en 1966 y en 1995. Estos valores funcionan como instrumentos orientadores de la conducta y gestión de las cooperativas y de sus actores; son como rieles que marcan las pautas para que transiten los principios.
Aunque esos valores deben estar presentes en cualquier cooperativa, algunos tienen preponderancia sobre otros y variarán según los momentos históricos y las actividades de cada cooperativa; por ejemplo es incomparable la aplicación del principio de la “neutralidad política y religiosa” en el funcionamiento de la Sociedad de los Equitativos Pioneros de Rochdale, constituida en una población practicante de diversas religiones y en plena efervescencia socio – política post Revolución Industrial, con la aplicación de ese mismo principio en una cooperativa de ese mismo pueblo en la actualidad.
Los valores han cambiado; en el Congreso de Tokio (1992), la ACI concentró esfuerzos en definirlos concluyendo que el sistema cooperativo estaba fundado en tres valores medulares: Equidad e igualdad, autoayuda voluntaria y mutua y progreso social y económico[5]; nótese que la solidaridad no estaba contemplada; el informe Valores Cooperativos para un Mundo en Cambio coordinado por Sven Ake Böök contribuyó a ello. Ese informe estableció tres categorías de Valores:
- – Valores Cooperativos Básicos: Igualdad, Democracia, Autoayuda Voluntaria y Mutua y Progreso Económico y Social;
- – Normas Morales Básicas: el pluralismo, la confianza en el sistema cooperativo, la honradez y la preocupación por los demás; y
- – Valores Instrumentales o características básicas de las cooperativas: autonomía, educación, cooperación nacional e internacional, y participación de los asociados[6].
Luego de Tokio la ACI se concentró en actualizar los principios cooperativos con miras al Congreso de su Centenario en Manchester (1995), promoviendo investigaciones con el fin de constatar la brecha entre la redacción de los Principios y su aplicabilidad, cambiándolos finalmente[7].
Finalmente, aunque los Principios fueron el centro de interés en Manchester, los valores fueron discutidos y agrupados en dos categorías: 1. – Los que caracterizan a las cooperativas y sirven para distinguirlas de otras formas empresariales; y 2. – Los que están en las cooperativas sin ser exclusivos de ellas.
A propósito de estas categorías Molina Camacho afirma[8]:
“En la primera categoría hallamos la autoayuda, la autorresponsabilidad, la participación en la gestión democrática, la igualdad (iguales derechos y obligaciones para los asociados), la equidad (distribución de los beneficios económicos en proporción a la colaboración o patrocinio de los asociados con su cooperativa), la solidaridad (entre los asociados dentro de la cooperativa, entre las cooperativas a todos los niveles: local, regional, nacional e internacional). En la segunda categoría, se cita en primer lugar la Honestidad…, la Transparencia (la cooperativa debe ser una vitrina para todos los asociados, para los organismos cooperativos supervisores y para las autoridades del país encargadas de su fiscalización), la Responsabilidad Social y la Preocupación por los demás”.
La calificación de la solidaridad como un valor por la ACI, coloca esa noción en el mundo de la ética cooperativa. Asumiendo la solidaridad como un valor, ella, al igual que la democracia, la intercooperación, la integración, y otros, es un valor que surge voluntariamente entre un mínimo de dos personas, grupos u organizaciones con necesidades comunes y disposición de aunar esfuerzos.
Esa unión de esfuerzos y acciones por un objetivo común debe apuntar en el mundo de las OES a una marcha común desde el principio, con el debido respeto por la diversidad. Un proyecto de OES es ante todo un estado de espíritu, de ánimo de equipo que surge de una participación colectiva y que se concreta con una movilización del conjunto en función de una idea que debe convertir ese conjunto en un “nosotros”. Un “nosotros” dispuesto a realizar esfuerzos, desbloquear conflictos en caso de necesidad, construir en lo posible una identidad colectiva, al menos en lo que al interior de la OES concierne.
2.2.2. – Los Principios Cooperativos.
Los Principios por su parte son pautas mediante las cuales las cooperativas ponen en práctica sus Valores: los vagones del tren de valores. No deben ser entendidos como verdades absolutas, razón por las cuales han variado. Los originales fueron los establecidos por la Sociedad de los Equitativos Pioneros de Rochdale, a saber: 1) Control Democrático por los asociados; 2) Adhesión Libre y Voluntaria; 3) Pago de Interés limitado al capital aportado; 4) Distribución de los beneficios económicos entre los asociados en proporción al patrocinio; 5) Educación; 6) Neutralidad Política y Religiosa; y 7) Ventas al Contado.
Cuando la ACI los adoptó como universales en su Congreso de París de 1937, ellos fueron reducidos a cuatro “esenciales” y tres “secundarios”: los primeros eran: 1. – Libre Adhesión de los miembros; 2. – Control Democrático por los asociados; 3. – Distribución de los excedentes en proporción al patrocinio de los asociados con la cooperativa; y 4. – Pago de Interés limitado al capital de los asociados; los segundos: 1. – Promoción de la educación; 2. – Neutralidad Política y Religiosa; y 3. – Compras y Ventas al Contado.
En el Congreso de Viena de 1966 se modificaron así: 1) Adhesión Libre y Voluntaria; 2) Control Democrático; 3) Interés Limitado al Capital; 4) Retorno de Excedentes a los asociados; 5) Educación; y 6) Integración entre las cooperativas.
Finalmente, el Congreso de Manchester (1995) los aprueba en el contexto de su Declaración sobre la Identidad Cooperativa[9] de la siguiente manera:
- – Afiliación voluntaria y abierta. Las cooperativas son organizaciones voluntarias, abiertas a todas las personas capaces de utilizar sus servicios y dispuestas a aceptar las responsabilidades de la afiliación, sin discriminación de género, condición social, raza, posición política o religiosa.
- – Gestión democrática por parte de los asociados. Las cooperativas son organizaciones democráticas gestionadas por sus asociados, que participan activamente en la determinación de sus políticas y la toma de decisiones. Los hombres y mujeres que ejercen como representantes elegidos son responsables ante el conjunto de los asociados. En las cooperativas primarias los asociados tienen derechos igualitarios de votación (un asociado, un voto), y las cooperativas de otros niveles también se organizan de manera democrática.
- – Participación económica de los asociados. Los asociados contribuyen de manera equitativa al capital de la cooperativa y lo gestionan democráticamente. Al menos una parte de dicho capital suele ser propiedad común de la cooperativa. En general los asociados reciben una compensación limitada, si la hubiera, sobre el capital aportado como requisito para pertenecer a la cooperativa. Los asociados destinan los excedentes de capital a cualesquiera o a todos los siguientes fines: al desarrollo de la cooperativa, posiblemente mediante la creación de reservas, al menos una parte de las cuales sería de carácter indivisible; a la retribución de los asociados de manera proporcional a sus transacciones con la cooperativa; y a sufragar otras actividades aprobadas por los asociados.
- – Autonomía e independencia. Las cooperativas son organizaciones autónomas de autoayuda, gestionadas por sus asociados. Si establecen convenios con otras organizaciones, incluidos los gobiernos, o si reciben capital de fuentes externas, lo hacen en condiciones que garanticen la gestión democrática por parte de los asociados y respeten su autonomía cooperativa.
- – Educación, formación e información. Las cooperativas ofrecen educación y formación a sus asociados, representantes electos, administradores y empleados para que puedan contribuir con eficacia al desarrollo de la cooperativa. También informan al público en general –en especial a los jóvenes y los líderes de opinión– sobre el carácter y las ventajas de la cooperación.
- Cooperación entre cooperativas. Las cooperativas benefician con máxima efectividad a sus asociados, y fortalecen el movimiento cooperativo, al trabajar en conjunto mediante estructuras locales, nacionales, regionales e internacionales.
- Preocupación por la comunidad. Las cooperativas trabajan en favor del desarrollo sostenible de sus comunidades mediante políticas aprobadas por los asociados.
La existencia de principios universales como los adoptados por la ACI no impide que una cooperativa, según sus objetivos y contexto, agregue sus propios principios como en el caso de Mondragón Corporación Cooperativa (MCC) que asumió, en su congreso de 1987, bajo el título “Principios Básicos de la Experiencia Cooperativa de Mondragón”, los siguientes diez: 1. – Libre Adhesión; 2. – Organización Democrática; 3. – Soberanía del Trabajo; 4. – Carácter Instrumental y Subordinado del Capital; 5. – Participación en la Gestión; 6. – Solidaridad Retributiva; 7. – Intercooperación; 8. – Transformación Social; 9. – Carácter Universal; y 10. – Educación.
Esa existencia de principios universales tampoco limita que, en aras de superar las dificultades para constituir un capital apropiado conciliando esa necesidad con el mantenimiento del valor de la democracia, en ciertos países como Alemania, Italia, Sudáfrica y parcialmente en Francia, “el principio “un miembro, un voto” ha sido relativizado o simplemente abandonado para facilitar la movilización de capitales. Esta tendencia es objeto de una oposición muy activa por parte de muchos investigadores en el ámbito de las cooperativas”[10]. Para mejor ilustración, la ley de cooperativas de Italia de 1992, limita los derechos de voto de los llamados “asociados financieros de apoyo” a un 33% y su presencia en el Consejo de Administración a un 49%” para no conceder preponderancia decisoria al capital por encima de los asociados.
La ACI como administradora de la Declaración sobre la Identidad Cooperativa, formuló en el 2015 unas Guías Orientativas sobre los Principios Cooperativos que aportan directrices y consejos pormenorizados sobre la aplicación práctica de los Principios bajo el entendido de que son universales[11]. Su intención es explorar y sintetizar cómo se deben aplicar los principios en condiciones diversas; se dirigen principalmente a las nuevas generaciones de líderes cooperativos con el propósito que dirijan sus cooperativas de mejor modo ante marcos legislativos y normativos distintos que trabajan para diversas comunidades y culturas.
– El Compromiso Ambiental como principio pendiente de aprobación.
Si algún movimiento socio – económico posee argumentos y ha demostrado con hechos su interés por preservar el ambiente e impulsar el Desarrollo Sustentable es justamente el cooperativo. Desde la última década del pasado siglo, y particularmente en su Declaración de Río, 3 al 7/12/ 2000, bajo el lema de Identidad Cooperativa para el Nuevo Milenio, la ACI asumió y así lo hizo saber a la ONU, el siguiente compromiso:
“5. Que la Alianza Cooperativa Internacional asume el compromiso de obtener el respaldo de millones de miembros de las cooperativas hacia la carta de Río, por el logro de la paz, la solidaridad, la equidad, la justicia, la igualdad, la protección ambiental y el desarrollo humano sostenible”.
Las guías orientativas de la ACI mencionadas contienen interesantes preceptos acerca de la importancia de la faceta medioambiental para las cooperativas. Siendo así, ojalá en un futuro ese compromiso se convierta en un principio para que todo cooperativista sea un activista de la defensa del planeta y dejarlo en condiciones aceptables para próximas generaciones.
2.2.3. – La Doctrina.
Por la vía de los Valores y Principios se llega a la Doctrina Cooperativa, a ese ámbito que se nutre de ideas y que algunos autores denominan el “ideario doctrinario”. Para Serrano Uribe la Doctrina unifica los humanos en el compartir de valores y principios motivadores y orientadores de su conducta personal y social; “…caracteriza las organizaciones y empresas cooperativas, distinguiéndolas (por sus políticas, estrategias, propósitos y procedimientos de actuación) de otras organizaciones y empresas que funcionan y operan en el ámbito económico y social, de acuerdo con los móviles, políticas, estrategias y procedimientos diferentes”[12].
En el caso de las cooperativas, Serrano Uribe entiende por tal al núcleo unitario y orientador de toda la actividad cooperativa: “Unitario por cuanto representa un ideario común en el tiempo que identifica a las personas y las organizaciones que realizan actos cooperativos; orientador, porque constituye una línea directriz conocida y reconocible para determinar y ejecutar adecuadamente todo género de propósitos y acciones”.
Esa caracterización se observa con mayor nitidez en la Declaración de Manchester al señalar que “los valores y principios cooperativos son los fundamentos básicos sobre los cuales descansa la doctrina cooperativa. Son los elementos que le dan unidad, integridad e identidad al movimiento cooperativo en el mundo”.
Una verdad se impone en cuanto al desarrollo de los valores y principios en las cooperativas: deben surgir de sus propias lógicas y prácticas, no pueden imponerse. Constituyendo en sí mismos un rasgo básico de las cooperativas, se hace necesario impulsar con fuerza la Doctrina Cooperativa como su cobertura mundial.
2.3. – DESARROLLAN RESPONSABILIDAD SOCIAL SIN BUSCAR LUCRO.
Las personas identificadas y cohesionadas por un problema común establecen una relación de uso con la organización que constituyen y depositan en ella sus responsabilidades individuales socializándolas, colectivizándolas; recuérdense las apreciaciones de Elgue utilizadas para la comprensión del lucro.
Esa relación se observa claramente en las cooperativas, ellas tienen una responsabilidad social que se cumple en la medida en que satisfacen las necesidades de sus asociados. Retómese el caso del consultorio, si él fuese una cooperativa, asumiría la responsabilidad depositada por los asociados y su responsabilidad social la realizaría sin buscar lucro ya que si sus asociados aportasen más recursos de los necesarios para constituirla y mantenerla (excedentes), deberían repartirlo entre ellos en la misma proporción en que aportaron.
Desconsiderar estas reflexiones ha conducido a la constitución y existencia de numerosas cooperativas falsas, particularmente de maletín, en variados países, voces autorizadas hablan de miles en Argentina, Colombia y Venezuela.
2.4. – PARTICIPACIÓN COMO EJE TRANSVERSAL DE FUNCIONAMIENTO.
Una cooperativa que limite la participación pierde su esencia; a propósito de las cooperativas Molina Camacho afirma [13]:
“El cooperativismo es, en realidad y en su práctica, participación. Participación en la génesis o creación de la cooperativa. Participación en el capital necesario para la actividad económica de ella. Participación en la gestión administrativa, sea como directivo o como simple asociado, en este último caso haciendo valer sus opiniones en las asambleas. Participación en las actividades económicas de la empresa, sea como trabajador, consumidor o usuario. Participación en los beneficios obtenidos gracias al esfuerzo colectivo. Participación en las actividades no económicas de la cooperativa: culturales, educativas, deportivas, etc. Participación en el movimiento cooperativo al cual debe estar afiliada la cooperativa. Participación en la solución de los problemas de su comunidad y de su país”.
La participación va de la mano de la democracia, sin una no existe la otra. Molina Camacho recuerda que Lars Marcus, en su informe sobre los Valores Cooperativos ante el Congreso de la ACI en Estocolmo (1988), censuró
“aquellas cooperativas que no hacen todo lo que sea posible para que los asociados puedan ejercitar la participación dentro de una real y auténtica democracia cooperativista. La debilidad humana por el poder impide en no pocas cooperativas la renovación periódica de directivos o miembros del consejo de administración, exigencia doctrinaria y legal que debe cumplirse. Ello contradice este valor fundamental en el movimiento: el de la democracia” [14].
La dicotomía entre propietarios y no propietarios reproduce otras dicotomías apoyadas en la división del trabajo: dirigentes – dirigidos, trabajo intelectual – trabajo manual, perceptor de excedentes – no perceptor, que deben resolverse en la búsqueda de la autogestión. En esta discusión cobran vigencia los fundamentos éticos de la organización.
2.5. – EL REPARTO DE EXCEDENTES.
Numerosos autores opinan que la entrega proporcional de excedentes es una de las originalidades de las cooperativas que las diferencia de otras OES. El excedente, o sobrante como se les dice en Puerto Rico, es la cantidad que queda en el ejercicio económico de la cooperativa luego de deducida de los ingresos la totalidad de los gastos de funcionamiento. El excedente es conformado gracias a la participación activa de los asociados en las operaciones que la cooperativa realice así: en una cooperativa de trabajo asociado por el trabajo de cada uno, en una de consumo por las compras de ellos; en una de transporte por el traslado de personas o materiales; en una de ahorro y crédito por los ahorros efectuados, etc.
En el mundo de las OES, la entrega de excedentes es propio de las cooperativas; las asociaciones generalmente no generan excedentes y las mutuales lo reinvierten para mejorar sus actividades de conformidad con el principio mutualístico de la capitalización social de los excedentes. De una cooperativa repartir excedentes, deben decidirlo en asamblea y ese reparto será solo entre quienes contribuyeron a formar el excedente, considerando la proporcionalidad de lo aportado mediante la lógica de una regla de tres simple: mayor cantidad a quien más aportó, cero a quien no lo hizo.
Como lo normal es que todo asociado necesite cubrir cotidianamente sus necesidades de alimentación, vestido, escolaridad de hijos y otras, no se puede esperar el cierre del ejercicio económico para determinar los excedentes para repartirlos, por lo que se predice su monto y se adelanta o anticipa su pago, esto explica porque se denominan “anticipos de excedentes”. Calcular los anticipos es un acto de planificación, calcular anticipadamente y con aceptables márgenes de error los excedentes que se obtendrán al final del ejercicio.
Deducidos contablemente los excedentes entregados como anticipos, la cooperativa, con cargo a su cuenta de Excedentes Netos podrá crear e incrementar reservas especiales para amparar y consolidar el patrimonio y otras previsiones. De conformidad con el estatuto y las leyes, destinará algunos porcentajes a los fondos de reserva, de protección social, de solidaridad, de educación, u otros legales o constituidos por la cooperativa; por el contrario, de tener pérdidas, se cubrirán con el fondo de emergencia, y de ser ese fondo insuficiente, las cubrirán los asociados.
2.6. – LOS FONDOS IRREPARTIBLES COMO FORTALEZA ECONÓMICA.
Las cooperativas y su movimiento necesitan fortalecerse económicamente, de allí la necesidad de formar capital. Por ello, en estricta relación con el problema del no lucro se encuentra el referido a la formación de capital y a los fondos irrepartibles, de sus manejos dependerá el funcionamiento y la credibilidad de la cooperativa y de sus asociados ante terceros, pero también el crecimiento y la fortaleza del movimiento.
En cuanto a la formación del capital, la siguiente cita explica la idea a transmitir[15]:
“Formación de capital. Se suele considerar que las dificultades que se presentan para constituir una cantidad suficiente de capital son el principal inconveniente que presenta el concepto de las cooperativas. Como la contribución financiera a la empresa cooperativa no tiene recompensa en términos de poder (a causa de la norma” un socio, un voto” o en términos de dividendos (porque muchas de esas cooperativas fijan una tasa máxima relativamente baja para los intereses que hay que pagar por las acciones), el socio individual de la cooperativa tiene poca motivación para adquirir un número mayor de acciones de las que se requieren obligatoriamente. Por lo tanto, cuando se trata de formación de capital, las cooperativas quedan en desventaja en comparación con los demás tipos de empresa.
La legislación cooperativa de varios países ha abordado este problema introduciendo métodos innovadores para proceder a la formación de capital. Por ejemplo, la ley de cooperativas de Suecia (1987) permite a las sociedades cooperativas aceptar contribuciones obligatorias por parte de los que no son asociados de la cooperativa. Estas contribuciones obligatorias no deben superar el monto de las acciones ordinarias, y no confieren derecho de voto. La ley de cooperativas del Canadá (1998) da paso a varias opciones financieras de nuevo cuño, entre las cuales cabe mencionar la emisión de participaciones en la inversión y de títulos de socio sin paridad (cuyo valor fluctúa según la situación financiera de la cooperativa). La ley de modernización de cooperativas de Francia (1992) permite a los asociados de las cooperativas introducir en los reglamentos de su sociedad disposiciones sobre los inversores que no sean asociados, y contemplar también la revaluación de las participaciones por medio de la incorporación de reservas. La ley de cooperativas de Italia (1992) limita los derechos de voto de los llamados “asociados financieros de apoyo” a un 33% y su presencia en el Consejo de Administración a un 49 por ciento”.
Al hablar del principio de “un miembro, un voto” se señaló que la tendencia a introducir métodos innovadores para la constitución de capital sin afectar el principio ha sido objeto de oposición activa por muchos investigadores en el ámbito de las cooperativas.
Como todo capital, el capital cooperativo conduce al cumplimiento del objeto de la cooperativa y debe beneficiar por sus resultados a todos los asociados. El capital tiene dos pilares: el propio o colectivo y el prestado o de los asociados, lo que da lugar a una interesante convivencia de regímenes dentro de la cooperativa.
El propio o colectivo, también denominado en algunos países capital social, pertenece a la cooperativa como un todo y, salvo en raras ocasiones, ella no tiene la obligación de reembolsarlo, comprende ciertos fondos o reservas afectadas solo al cumplimiento de su objeto y que, de aplicarse, sería en beneficio de los asociados aunque estos solo tengan su goce y no su dominio.
Ese capital se acumula a lo largo de la vida de las cooperativas con los aportes históricos generalmente constituidos por:
– Los excedentes de la cooperativa una vez deducidos los anticipos societarios, y después de ajustarlos a los resultados económicos de la cooperativa.
– Por los legados, donaciones y cualquier otro bien o derecho patrimonial otorgado a la cooperativa a título gratuito.
– Por disposición de una ley, del estatuto, o de la propia asamblea de la cooperativa.
El capital propio concede consistencia patrimonial a la cooperativa, constituye una suerte de “herencia” de las generaciones iniciales de la cooperativa a las nuevas y evita que los nuevos asociados, al retirarse o pretender liquidar la cooperativa, se beneficien del trabajo y los esfuerzos colectivos de generaciones previas, de allí que en numerosos países existan normas que establecen su irrepartibilidad[16].
Al ser irrepartibles, se subraya, los asociados no pueden en ningún momento, ni durante la existencia de la cooperativa ni con su disolución, por ética cooperativa (el deber ser) o por disposiciones legales, apropiarse de esos fondos. Si lo hiciesen, faltarían a la ética cooperativa e incurrirían en apropiación indebida lo que ameritaría penas como infractores del acto cooperativo y hasta de las leyes.
El proponente de esa irrepartibilidad fue Philippe Bouchez, utopista práctico francés, quien notó que los cooperativistas más antiguos rechazaban el ingreso de nuevos asociados y la conversión de los aprendices de sus cooperativas en asociados, pues estos gozarían ipso facto, de sus mismos beneficios sin haber contribuido a producirlos. Así fue como, el establecer fondos constituyentes del capital social y la irrepartibilidad de éste, estableció una barrera de contención que impidió a los nuevos usufructuar excedentes en los que no aportaron esfuerzos.
Los fondos y el capital social pertenecen a las cooperativas y su movimiento, concediéndoles fortalezas y condiciones de solidaridad que se perpetúan en el tiempo pues las cooperativas no deben estar sólo al servicio de sus asociados temporales sino de los futuros y de la sociedad. Esa propiedad impide que la cooperativa se descapitalice con el retiro de asociados y que los aportes o certificados se valoricen intencionalmente mediante maquillajes de balances para retirarlos a conveniencia.
Una ventaja adicional de la irrepartibilidad es que dificulta la conversión de cooperativas a empresas de capital por los más antiguos, al evitar que estos se beneficien de la conversión por poseer los certificados de mayor valor. Por otra parte, al no afectarse el valor de los certificados con los montos de los fondos y el capital social, se facilita el ingreso de asociados con limitaciones para cancelar certificados con montos inalcanzables.
En caso de disolución de la cooperativa, esos fondos son normalmente trasladados al organismo de integración al cual pertenece la cooperativa con destino a su fondo de educación o a otro fondo irrepartible. De no estar afiliada, pudiesen pasar a una cooperativa de la localidad con el destino mencionado, o al Estado dependiendo de la legislación como en Argentina. En Colombia la ley establece la irrepartibilidad del remanente patrimonial en caso de liquidación.
2.7. – DOBLE ANCLAJE EN LO LOCAL Y DESARROLLO ENDÓGENO.
La doble dimensión asociación – empresa ofrece a las cooperativas un doble anclaje en lo local, una ventaja competitiva no poseída por las de capital y las públicas: impulsar el desarrollo endógeno. Efectivamente, al contrario de las empresas de capital en las que lo aportado es un capital que puede tener orígenes en diversos países y tal como llegan a una localidad pueden irse de la noche a la mañana, las cooperativas se constituyen para enfrentar problemas de determinadas comunidades y quienes las constituyen lo hacen por sentirse afectados por un mismo problema, lo que per se indica cercanía, cercanía que puede entenderse como vivir en una misma localidad o pertenecer a una misma empresa como en los fondos de ahorro.
Por ello, cuando una cooperativa se constituye, sus fundadores no solo establecen un vínculo o relación mínima como requisito para asociarse y le aportan capital y trabajo, también le aportan una comunidad, un territorio, y determinada nacionalidad. Es así como lo local se convierte en el espacio mínimo vital de las cooperativas, en su espacio inmediato de acción, en aquel donde crecerán pues está la amplísima mayoría de los problemas de quienes las constituyen.
También lo local les proporciona una cultura específica con influencia en la cultura organizacional. Del Informe Final del Comité Académico: “Éxito e innovación en la gestión: las cooperativas como agentes del desarrollo local” de la Red Unircoop, se extraen las siguientes apreciaciones[17]:
“Cada sociedad, por pequeña que sea, es portadora de un conjunto de valores que son compartidos por sus miembros; dicho aspecto, interiorizado a nivel cultural y que se expresa como ‘una manera de ser’, crea la identidad colectiva del grupo humano que habita en ese determinado territorio. El territorio constituye, por otra parte, el espacio donde se realiza una serie de relaciones socio – económicas y de poder entre sus pobladores y que se expresan fundamentalmente en el control y utilización de los recursos existentes.
Los dos componentes analizados (el sistema de valores y el conjunto de articulaciones intrasociales en un espacio determinado) permiten soportar una nueva concepción del desarrollo, es decir el desarrollo local, definido como “un complejo proceso de concertación entre los agentes – sectores y fuerzas – que interactúan dentro de los límites de un territorio determinado con el propósito de impulsar un proyecto común (máxima expresión colectiva) que combine la generación de crecimiento económico, equidad, cambio social y cultural, sustentabilidad ecológica, enfoque de género, calidad y equilibrio espacial y territorial con el fin de elevar la calidad de vida y el bienestar de cada familia y ciudadano que viven en ese territorio o localidad. Por lo tanto, un grupo social será capaz de generar dinámicas colectivas en la medida en que el conjunto de normas y valores que sustentan su identidad colectiva le permitan superar dificultades y transformar dichas dificultades en logros”.
A propósito de la identidad colectiva local, el citado Informe afirma que ella…
“se da cuando hay un reconocimiento compartido de creencias, actitudes y comportamientos por parte del grupo al que se pertenece y está estrechamente vinculada a una cierta territorialidad. Tiene un fuerte componente emocional y surge de la relación entre el yo frente a los otros (abarca lo social y lo personal). Dicha identidad se construye en la esfera grupal y “se basa en ese reconocerse en una historia colectiva y adquiere toda su potencialidad cuando provoca interrogantes sobre el presente y sobre un proyecto [colectivo futuro común]”.
Se convierte en motor del desarrollo cuando conlleva al convencimiento de poder actuar de manera conjunta para aportar algo a la comunidad. Se producen entonces nuevas formas de asociación (se pone mucho énfasis en la necesidad de unir fuerzas, pues todos están en el ‘mismo barco’) y se inician procesos de transformación económico – social haciendo, al mismo tiempo, hincapié en lo más auténtico de las tradiciones”.
Una cooperativa es un actor clave en el entorno local por su misma razón de ser y por su naturaleza y origen. Ella presenta una serie de aspectos importantes para el desarrollo de un territorio[18]:
– “La dedicación al acopio, la industrialización y la comercialización de producciones locales.
– La posibilidad de contar con una importante infraestructura, equipamiento, tecnología, en comparación con otras formas de actividad empresarial. (Esto es particularmente notorio en el medio rural y en las pequeñas comunidades).
– Un alto grado de organización y control interno y externo que determina una formalidad relativamente mayor que las pequeñas empresas tradicionales ya sean familiares o de capital.
– La posibilidad de actuar como entidad representativa o testimonial de los intereses del sector o de la comunidad.
– La incidencia en temas tan importantes como el trabajo o el empleo digno, la atención a los problemas de la salud y la participación en la vida socio – cultural como en el conjunto de las actividades locales.
– Una sensibilidad social y un manejo de una cierta cultura económica que favorecen la comunicación, la relación y la cooperación con otros actores sociales, económicos, políticos y gubernamentales”.
Termina este informe afirmando que los aspectos mencionados son intrínsecos a la cooperativa como forma empresarial asociativa, ponen en evidencia la coincidencia y la afinidad existentes entre la visión cooperativista y el desarrollo económico local y determinan el papel clave de la cooperativa dentro de las iniciativas de ese desarrollo.
Sin buscarlo expresamente, las cooperativas son consecuencias de lo local y se deben a él; lo local forma parte estructural de toda cooperativa de base y le concede la obligación de responderles con su doble anclaje Asociación – Empresa, doble anclaje que reforzará las condiciones de afiliación, el vínculo entre asociados y la potencial generación de relevo.
Los organismos de integración que nacen con un espacio superior al local, una federación o una central regional, por ejemplo, no dejan de tener su asidero, su anclaje natural, en las cooperativas de base y por ende en lo local.
“El desarrollo local, se inscribe dentro de la propuesta participativa, concertadora, ascendente y multidisciplinaria la que a su vez será, multiactiva y ecológica, capaz de establecer nexos contractuales entre los actores sociales y las instituciones que las representan y las apoyan. Esta vinculación es insoslayable para impulsar las iniciativas locales a fin de permitir que estas puedan tener continuidad, viabilidad y sostenibilidad en el mediano y el largo periodo”[19].
Es entonces en las comunidades de sus localidades donde las cooperativas “se anclan”, echan bases, para levantar su “edificio organizacional”, superando los límites locales mediante los procesos de intercooperación y, mejor aún, de la integración o constitución de cooperativas por otras. Un impulso al objetivo social del desarrollo local de las cooperativas lo proporcionó la ACI al incluir el Séptimo Principio, el del Interés por la Comunidad: “Al mismo tiempo que se centra en las necesidades y los deseos de los asociados, las cooperativas trabajan para conseguir el desarrollo sostenible de sus comunidades, según los criterios aprobados por los asociados”.
Con este Principio se impulsa la idea de que el desarrollo cooperativo debe ser integral y en lo posible endógeno; endógeno en contraposición a cooperativas impuestas por colonizadores y a intentos de copia de referencias como Mondragón o los kibbutzim. El principio del Interés por la Comunidad enfrenta manipulaciones de regímenes populistas causantes de cementerios de cooperativas como el venezolano con más de 300.000 entre los años 2002 y 2007, y a quienes constituyen cooperativas falsas y de maletín para obtener créditos fáciles e impagables, disfrazar empleos o generar lucro sin pagar impuestos.
También en lo local están las fuentes de empleo de trabajadores interesados en insertarse en el mercado laboral mediante sus cooperativas de trabajo asociado u otras, bien directamente o mediante mecanismos como la recuperación de empresas vía cooperativa como en Argentina, Brasil, España y otros países, o vía sociedades anónimas laborales como en España.
2.8. – INTERCOOPERACIÓN E INTEGRACIÓN COMO EJES DE CRECIMIENTO.
Dos principios cooperativos establecen los ejes de la intercooperación y la integración como de crecimiento a las cooperativas: el Sexto Principio: Cooperación entre Cooperativas y el Séptimo Principio: Interés por la Comunidad. Ambos obligan a los cooperativistas a ver más allá de sus límites naturales de acción y crecer junto con otras cooperativas y comunidades buscando mejores niveles de observación y acción para enfrentar los problemas que originaron la cooperativa con mayor alcance y economías de escalas
Estos procesos tienen varias aristas, se relacionan con los problemas de poder, decisiones y autogestión de las cooperativas, pero también con procesos de responsabilidad social propio de las cooperativas (RSCoop), y con procesos autogestionarios societales, es decir de generalización de la autogestión que como oleaje debe impregnar la sociedad llevando a ella los valores y principios cooperativos y haciendo crecer el mundo de la ES para democratizar la sociedad.
El reto es trascender las restringidas escalas de prestación de servicios y producción de bienes aumentando las economías de escala al tiempo que se enfrentan problemas que tienen sus raíces fuera de lo local, para ello intercambian, integran y cooperativizan recursos y esfuerzos haciendo uso del doble anclaje socio – económico que le proporciona su doble dimensión que poseen logrando sinergias gracias al efecto multiplicador de dos procesos fundamentales[20]:
- – Inter – cooperación o relaciones de variados tipos como acuerdos, alianzas estratégicas y redes organizacionales para variadas actividades puntuales y de mediano plazo como compras conjuntas, actividades educativas u otras.
- – Integración o constitución de cooperativas u OES con otras cooperativas u OES en la intención de que las constituidas realicen actividades a favor de ellas.
Ambos procesos son continuos y dinámicos. Mediante ellos el cooperativismo crece en el tiempo y el espacio cristalizando los principios del “Interés por la Comunidad” y de la Cooperación entre Cooperativas. Ambos proporcionan economías de escala y facilitan la constitución de redes de capital social, es decir, redes con capacidad de lograr objetivos a partir de la mera integración de los aportes humanos, voluntad, trabajo y confianza, de sus actores.
Impulsar ambos procesos obliga a diseñar nuevos esquemas asociativos e instrumentos jurídicos y a abrir brechas en ámbitos superiores a los locales[21]. En lo organizacional, la integración desarrolla movimientos verticales y horizontales que por sus alcances geográficos puede adquirir carácter local, regional, nacional, internacional y hasta mundial como el de la ACI. En ambos tipos de movimientos deben estar presentes los valores y los principios cooperativos.
La Integración vertical sucede cuando cooperativas de personas naturales o de primer grado conforman otra de grado superior como una federación, si todas se dedican a una misma actividad como las de transporte y las de ahorro y crédito, o como una central regional si es por cooperativas cercanas de diferentes actividades; o recibir otros nombres como uniones; también puede obedecer al interés por representaciones gremiales, integración de “asociaciones”, o de actividades económicas conjuntas, integración de “empresas”. El número de cooperativas necesario para constituir una de superior grado normalmente lo establecen las leyes pero serán las necesidades de integración las que decidan el número apropiado.
La manera tradicional de observar la integración cooperativa es mediante la figura de una pirámide pero en el cooperativismo esa imagen es errada ya que ese proceso aumenta los estratos del movimiento sin constituir una pirámide burocrática, Se tienen dos opciones:
1.- La de una pirámide invertida con las cooperativas de base o de primer grado en la parte ancha superior, seguidamente los organismos de integración de segundo grado, luego los del tercero y así descendiendo sucesivamente, lo que ubica y empodera a las cooperativas de base o de primer grado, verdaderas responsables del proceso integrador, en su justa posición. ES a ella a las que los organismos de integración deben servir y no ser las jefes del sistema integrador.
2.- La horizontal y circular en la que, de conformidad con los parámetros de la autogestión, el poder estará ubicado en el centro y desde él, a manera de oleaje, se conformarían hacia la periferia los organismos de integración de primer, segundo y demás grados.
Esta concepción toma mayor fuerza entre cooperativas que, considerándose de un mismo nivel, integran procesos y comparten espacios, activos, compras o ventas, sistemas, personas, y otros activos y procesos con la intención de obtener mayor productividad, utilizar mejor capacidades instaladas, beneficiarse de economías de escala y penetrar mercados, entre otras razones.
[1] Neticcoop. Recuperado en http://www.neticoop.org.uy/lahoja/10/propuesta10.html
[2] Alianza Cooperativa Internacional (ACI) (1995) Declaración sobre la identidad cooperativa. Aprobada en El XXXI Congreso de la ACI, Manchester. Cepac – UCV. Fondo Documental Virtual.
[3] Profesor de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, asesor Jurídico de la ACI y Coordinador de la Comisión Jurídica de la Reunión Especializada de Cooperativas del Mercosur.
[4] Alianza Cooperativa Internacional (ACI) (1995). Ob. Cit.
[5] Molina Camacho, Carlos (2003). Valores y principios cooperativos como guías fundamentales de acción. Ponencia: 1er. Encuentro Nacional de Formadores de Cooperativismo. Valores, Principios, Capital Social y Capital Económico: Una Sinergia Fundamental en la Constitución de Cooperativas. Cepac – UCV. Universidad Central de Venezuela. Caracas
[6] AkeBöök, Sven (1992). Valores cooperativos para un mundo en cambio. Informe para el XXX Congreso de la ACI, Tokio. Alianza Cooperativa Internacional, Oficina Regional, San José, Costa Rica.
[7] El autor de éste documento participó en la Reunión de Grupos de Trabajo de la Alianza Cooperativa Internacional y el Ciriec – Internacional sobre el tema: “Los Principios Cooperativos. Vigencia ante la práctica cooperativa”. Bruselas. Oct. 1992.
[8] Carlos Molina Camacho (2003). Ob. Cit. P.8.
[9] Alianza Cooperativa Internacional (ACI) (1995). Ob. Cit.
[10] Walter Tesch (2005). Relatório da OIT sobre Cooperativismo no Mondo. Recuperado en http://www.waltertesch.com.br/relaoit06.html 5.
[11] Ver Alianza Cooperativa Internacional (2015f). Notas de orientación para los principios cooperativos. Bruselas.
[12] Serrano Uribe, Rymel (1997). Valores y principios cooperativos. Serie Divulgativa Coopdesarrollo 2. Documento de Internet Nº 28. Centro Documental Virtual del Cepac – UCV. Caracas.
[13] Molina Camacho, Carlos (2003). Ob. Cit. p.5.
[14] Molina Camacho,Carlos (2003). Ob. Cit. p.6.
[15] Tesch, Walter (2005). Relatório da OIT sobre Cooperativismo no Mondo. Recuperado en http://www.waltertesch.com.br/relaoit06.html
[16] La ley venezolana establece la “Irrepartibilidad de las reservas y otros recursos” al señalar: “Artículo 51. Las reservas de emergencia, el fondo de educación, los otros fondos permanentes, así como los legados, donaciones y cualquier otro bien o derecho patrimonial otorgado a la cooperativa a título gratuito, constituyen patrimonio irrepartible de las cooperativas, en consecuencia no podrán distribuirse entre los asociados a ningún título, ni acrecentarán sus aportaciones individuales”.
[17] Dávila L. de G., Ricardo. (Coordinador) et Al. (2004) Informe Final del Comité Académico: “Éxito e innovación en la gestión: Las cooperativas como agentes del desarrollo local “. Unircoop. Nodo Andino. 2004. p.46.
[18] Delcoop. Generar Procesos de Desarrollo Económico Local mediante Cooperativas. El rol de las cooperativas en el territorio. Ob. Cit.
[19] Mora, Jorge (1994). “El papel de las instituciones en las estrategias regionales y micro regionales de desarrollo sostenible”, en Horizontes Cooperativos, San José, Costa Rica. No. 6. 1994. Pág. 36 – 46.
[20] Ver Bastidas Delgado, Oscar (2002). Propuesta metodológica para el estudio del comportamiento de las variables organizacionales en las cooperativas venezolanas con miras a determinar sus condiciones autogestionarias. En: Memoria del III Simposio Nacional de Economía Social. Gerencia de las Organizaciones de la Economía Social (OES) del Ciriec – Venezuela. Evento Especial de la 52° Convención Anual de la Asovac. UCLA. Barquisimeto, 19 al 22/11/2002.
[21] El concepto de capital social, relativamente novedoso, se aplica cada día más en las teorías explicativas del funcionamiento de las OES y particularmente de las cooperativas. Numerosas experiencias cooperativas pueden calificarse como capital social en marcha.
FUENTES.
Alianza Cooperativa Internacional (ACI) (1995). Declaración sobre la identidad cooperativa. Aprobada en El XXXI Congreso de la ACI, Manchester.
AkeBöök, Sven (1992). Valores cooperativos para un mundo en cambio. Informe para el XXX Congreso de la ACI, Tokio. Alianza Cooperativa Internacional, Oficina Regional, San José, Costa Rica.
Bastidas Delgado, Oscar (2002) Propuesta metodológica para el estudio del comportamiento de las variables organizacionales en las cooperativas venezolanas con miras a determinar sus condiciones autogestionarias. En: Memoria del III Simposio Nacional de Economía Social. Gerencia de las Organizaciones de la Economía Social (OES) del Ciriec – Venezuela. Evento Especial de la 52° Convención Anual de la Asovac. UCLA. Barquisimeto, 19 al 22/11/2002. Caracas.
Dávila L. de G., Ricardo. (Coordinador) et Al. (2004) Informe Final del Comité Académico: “Éxito e innovación en la gestión: Las cooperativas como agentes del desarrollo local “. Unircoop. Nodo Andino. Bogotá.
Delcoop. (s/f). Generar Procesos de Desarrollo Económico Local mediante Cooperativas. El rol de las cooperativas en el territorio.
Molina Camacho, Carlos (2003). Valores y principios cooperativos como guías fundamentales de acción. Ponencia: 1er. Encuentro Nacional de Formadores de Cooperativismo. Valores, Principios, Capital Social y Capital Económico: Una Sinergia Fundamental en la Constitución de Cooperativas. Cepac – UCV. Universidad Central de Venezuela., 30 y 31/10/2003. Caracas
Mora, Jorge (1994). “El papel de las instituciones en las estrategias regionales y micro regionales de desarrollo sostenible”, en Horizontes Cooperativos, San José, Costa Rica. No. 6.
Rymel Serrano Uribe (1997). Valores y principios cooperativos. Serie Divulgativa Coopdesarrollo 2. Documento de Internet Nº 28. Centro Documental Virtual del Cepac – UCV.
Tesch, Walter (2005). Relatório da OIT sobre Cooperativismo no Mondo.
Recuperado en http://www.waltertesch.com.br/relaoit06.html
Web.
http://www.neticoop.org.uy/lahoja/10/propuesta10.html