HACIA UNA TIPOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES DE LA ECONOMÌA SOCIAL.

HACIA UNA TIPOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES DE LA ECONOMÌA SOCIAL.

 

Prof. Oscar Bastidas-Delgado.

Universidad Central de Venezuela (UCV).

 https://www.youtube.com/watch?v=xlsshilNTHA

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La gestión es mejor aplicada en la medida en que las organizaciones poseen una Identidad o conjunto de rasgos que permiten a sus activistas e investigadores ubicarlas en el contexto organizacional y generar herramientas de análisis y operativas apropiadas para conducirlas. Un error permanente ha sido el traslado acrítico de conceptos y herramientas de organizaciones de capital, por ejemplo, a las OES.

 

Entre los elementos claves de identidad de cualquier tipo de organización se encuentran los valores y principios; todas los poseen pero pueden diferir. Si en, algo son celosos los activistas de las OES, particularmente los cooperativistas, es en el respeto a los principios formulados por la ACI; tan es así que, observando su aplicación, pudiera determinarse la originalidad o falsedad de una cooperativa. El Balance Social Cooperativo (BSCoop), concede alta importancia a la presencia de los valores y principios.

 

Este punto sobre la identidad de las OES es clave para las aproximaciones a las otras dos economías.

 

7.1.- LAS ORGANIZACIONES DE LA ECONOMÌA SOCIAL.

 

Con el fin de aportar reflexiones acerca de la Identidad Organizacional de las OES, se resumen aspectos a las tres principales modalidades determinadas en el Punto 06.

 

7.1.1.- Las asociaciones.

 

Son las expresiones menos complejas de las OES, productos del valor de la autoayuda que invita a buscar acuerdos en aras de enfrentar problemas de interés general o particular comprometiéndose los interesados en aportar conocimientos, medios y actividades para conseguir sus fines practicando la gestión democrática. Por su naturaleza no intermedian y sus actividades deben cumplirse con fines de interés social y beneficio colectivo como las culturales, educacionales, de beneficencia, esparcimiento como los clubes y otras.

 

Su auge es creciente dada la sencillez de una estructura organizacional que concede preponderancia a la dimensión humana antes que a la empresarial. Si bien poseen los elementos para desarrollar la autogestión como eje permanente de acción, no les es fácil autofinanciarse dada la limitada estructura financiera que las obliga a acordar cuotas de mantenimiento.

 

De manera similar a las cooperativas, puede hablase de la existencia del Acto Asociativo como el conjunto de actividades realizadas en ellas con sus asociados o por ellas entre sí o con otros entes en cumplimiento de su objetivo social de conformidad con al ordenamiento jurídico vigente.

 

Entre sus procesos desarrollan la intercooperación y la integración para su trascendencia espacial y socio-económica pudiendo constituir asociaciones de asociaciones como las federaciones; a pesar de ello no existe un movimiento asociacionista organizado con vision planetaria como el de las mutuales o las cooperativas; en ese limitado avance influye que ellas no realicen actividades de integración con suficientes fortalezas económicas para constituir movimientos nacionales y menos a escala mundial.

 

Por sus bajos impactos económicos no atraen el interés de los gobiernos por regularlas por lo que los marcos legales respecto a ellas en la amplia mayoría de los países son limitados y se concentra, al igual que las fundaciones, en los códigos civiles. Algunos gobiernos acuden a su figura al igual que la de fundaciones para actividades de atención a sus comunidades.

 

– Un caso de asociacionismo. El fairtrade o comercio justo.

 

Un ejemplo de asociacionismo con cierto alcance mundial y arraigo en un país mediante una instancia de integración nacional, Francia, lo constituye el denominado movimiento fairtrade o comercio justo que tuvo su origen en Francia en 1971 impulsado por el Abate Pierre con su iniciativa de apoyos a Bangladesh con la creación de hermandades entre ciudades y tiendas del Tercer Mundo a través de los comités integrados en la Union des Comités de Jumelage de Coopération (U. CO. JU. CO).

 

Estos comités actuaron de diversas maneras, recogiendo objetos, vendiendo productos del Tercer Mundo y estableciendo la red de tiendas Artisans du Monde para venta de artesanía y productos de 115 organizaciones productoras de 42 países de África, Asia y Latinoamérica.

 

La red francesa fue la primera especializada en comercio justo agrupada en una única asociación nacional. Su cadena de valor se desarrolla en tres procesos: 1.- importación, el grupo comercial Solidar Monde importa un millar de artículos de artesanía como vajillas, decoración, juguetes, textiles, etc. y más de una centena de productos alimenticios; 2.- venta en más de 160 puntos, la entrega del producto se acompaña con folletos informativos acerca de la vida del productor, sus condiciones laborales y los mecanismos de comercialización Norte-Sur; y 3.- con los ingresos percibidos, financiamiento de proyectos en los países remitentes bajo la concepción del desarrollo sustentable en las dimensiones económica, educativa y política.

 

7.1.2.- Las mutuales.

 

Tienen como eje básico el valor de la ayuda mutua o recíproca entre personas que hacen voluntariado frente a necesidades comunes de salud o sanitarias, de previsión y seguridad social mediante una gestión democrática; también sin ánimo de lucro, se basan en la gestión democrática y no reparten excedentes entre sus asociados pues los reinyectan para mejorar los servicios. En numerosos países son complementarias de sistemas nacionales de previsión y seguridad social con interesantes expresiones locales y regionales como en Bélgica o sectoriales como en Francia con su sistema universitario y en Europa en general con su sistema de farmacias sociales[1].

 

7.1.2.1.- Algo más de historia.

 

En el Punto 04 se presentaron referencias históricas relativas al mutualismo. El mutualismo como institución se remonta a comunidades necesitadas de unir esfuerzos para enfrentar catástrofes climáticas como las inundaciones del Nilo tres mil años antes de Cristo, la protección de caravanas de los mercaderes de la antigua Palestina (Tratado de Bava Cama), las ayudas en casos de indigencia o enfermedad de las “Hetairas” griegas y otras experiencias como las Guildas de la Edad Media en la antigua Germania, los “montepíos” en España y las sociedades italianas de socorros mutuos.

 

El mutualismo moderno se entiende como un sistema en el que las personas puedan enfrentar emergencias o necesidades de algún bien o servicio al que no pueda tener acceso en forma individual mediante el valor de la ayuda mutua; en el origen de este mutualismo hoy extendido en el planeta, se encuentran las ideas de Proudhon en Francia y Josiah Warren en los Estados Unidos. ,

 

Hoy el mutualismo adquiere niveles mundiales de integración gracias a la Asociación Internacional de la Mutualidad (AIM), creada en 1950, con sede en Suiza, que agrupa 46 federaciones o asociaciones de 25 países que, con base en los principios de la solidaridad y el no lucro, presta servicios a unos 230 millones de personas en el mundo. Ella juega el papel de relacionar sus miembros con los gobiernos, las ONGs y organizaciones del sector de la protección social y la salud.

 

En África destaca la Unión Africana de la Mutualidad (UAM) que representa 21 países. En Europa las belgas desde finales siglo XIX, allí existe un exitoso sistema de seguridad social que prestan servicio de salud a la casi totalidad de los habitantes de ese país a través de cuatro uniones nacionales mutualistas,

 

Francia posee la federación nacional Mutua de Seguros (MACIF, 1960) con 4,3 millones de miembros, 7.800 empleados y 14 millones de contratos gestionados. MACIF constituyó la Red Internacional de Fundaciones para la Innovación Social que integra tres fundaciones de diferentes países: 1.- El Polo Europeo de Fundaciones de la Economía Social, asociación internacional que une fundaciones preocupadas por un enfoque de transformación social en la UE; 2.- La Red de Fundaciones Quebequenses para la Innovación y la Transformación Social que apoya prácticas innovadoras que contribuyan al cambio social en la perspectiva del desarrollo sostenible; y 3.- La Red de Fundaciones de la Economía Social y Solidaria de Centroamérica y el Caribe que integra fundaciones y asociaciones con visiones de contribución al interés común promoviendo la inclusión, la innovación social, la Economía Social y la Solidaria.

 

En el continente americano actúa la Federación Internacional de Cooperativas y Mutuales de Seguros (ICMIF) con su Asociación Regional para las Américas (ICMIF/Américas) que representa más de dos centenas de aseguradoras de unos 70 países.

 

Argentina es el país latinoamericano de mayor prodigalidad del mutualismo; los inmigrantes, colonos en su mayoría, constituyeron entidades de “socorros mutuos” en paralelo con el surgimiento de mutuales de trabajadores de un mismo gremio como sastres, tipógrafos, zapateros y otros. La Ley del 22/08/1822 facilitó el proceso, se constituye en Buenos Aires la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos (1854), seguida de la Sociedad de Socorros Mutuos San Crispín (1856) la Unión y Benevolenza (1858) en Buenos Aires. Para 1875 se registran 74 mutuales y 659 para 1910.

 

En el marco de la crisis del 2001 las mutuales se convirtieron en instrumento de enfrentamiento de la pobreza; se estima que cerca de 5 millones de personas están asociadas a alguna mutual, lo que proporciona una idea de sus alcances; durante la crisis cobró importancia el crecimiento de la Asociación Mutual de Protección Familiar (AMPF) que impulsa en Latinoamérica la Organización de Entidades Mutuales de las Américas (Odema, 2004) como organismo de integración que representa al mutualismo americano y está constituida por 55 entidades pertenecientes a 17 países con el objetivo de “Integrar regionalmente a las entidades mutuales de las Américas”; Odema influyó en la constitución de la Unión Africana de la Mutualidad (UAM, 2007)[2] que entre sus objetivos se encuentra servir como un espacio de intercambio, diálogo, coordinación y cooperación representando a las mutuales de Africa ante los foros nacionales e internacionales.

 

En Colombia, el mutualismo ha tenido relativo desarrollo a pesar de existir desde la colonia con las mutuales de auxilio mutuo impulsadas por los misioneros españoles y posteriormente por los fondos de ayuda con énfasis en los auxilios funerarios como la Sociedad Católica (Bogotá, 1838) pero no fue sino en 1959 cuando en Bogotá se inició la primera experiencia de integración con la Federación Nacional de Sociedades Mutuales a la cabeza. En los 80s tuvieron un mejor impulso con los congresos mutualistas y los intercambios de experiencias con Argentina, Uruguay y Francia. El mutualismo colombiano mantiene relaciones con la AIM.

 

En Venezuela, el movimiento adelantado en 1999 por la Central Cooperativa Nacional de Venezuela (Ceconave) y dos federaciones logró conceder categoría constitucional a las mutuales, organizaciones hasta entonces incautada el sector asegurados privado. No existe ley alguna.

 

7.1.2.2.- Los Principios del Mutualismo.

 

Que el movimiento mutualista no posea los alcances del cooperativo no lo ha limitado en cuanto a desarrollar un cuerpo de principios que rija sus acciones; son siete[3]: 1.- adhesión voluntaria; 2.- organización democrática; 3.- neutralidad institucional política, religiosa, racial y gremial; 4.- contribución acorde con los servicios a recibir; 5.- capitalización social de los excedentes; 6.- educación y capacitación social y mutual; y 7.- integración para el desarrollo.

 

Un documento de la Secretaría de Desarrollo de la Comunidad de la Gobernación de Antioquia, Colombia explica lo que entiende por principios del mutualismo así:

 

“1.- Ayudar en las dificultades y educar para la solidaridad. Las mutuales buscan soluciones a los riesgos de la vida, a través de la ayuda mutua y la colaboración con el que sufre.

 

2.- Mejorar la condición humana. Las mutuales nunca promueven la guerra, la violencia o la agresividad, sino la tolerancia, la solidaridad, la ayuda, la fraternidad, el amor. Buscan promover la bondad entre los humanos.

 

3.- Apoyar al trabajador y a su familia. Las mutuales fueron creadas por trabajadores, por ello deben promover el trabajo y ayudar a quienes derivan su sustento de éste.

 

4.- Hacer democracia. El mutualismo reconoce los derechos humanos y promueve la participación de los asociados en la dirección y vigilancia de la mutual.

 

5.- Crear un fondo común no devolutivo. Los asociados pagan cuotas de sostenimiento, para contribuir al fondo mutual que se utiliza en pagar los auxilios y la administración.

 

6.- Servir sin ánimo de lucro. No significa que todos los servicios que presten las mutuales tengan que ser gratuitos. Se trata de mantener un patrimonio o bienes comunes que son irrepartibles y se utilizan en servicios para los asociados.

 

7.- Crear riqueza colectiva. Los excedentes que se van obteniendo no se reparten sino que se utilizan en servicios comunes que beneficien a todos los asociados.

 

8.- Eficiencia y honestidad. Es decir, honradez y capacidad en los directivos de las mutuales para

 

9.- Promover la autogestión comunitaria. Las mutuales son manejadas por sus dueños o asociados, quienes son a la vez aportantes y usuarios. Una mutual es una empresa de la comunidad.

 

10.- Reconocer la dignidad del hombre. Cada persona vale como ser humano sin distingos de raza, sexo, riqueza, clase social o política. En las mutuales cada asociado tiene los mismos deberes y derechos.

 

11.- Educar. La manera de cambiar al ser humano es formándolo para que desarrolle sus capacidades, a través del trabajo honrado y del servicio a su familia y a la comunidad, el manejo de los fondos comunes.

 

12.- Hacer cultura de la previsión de riesgos. La vida trae dificultades, y las mutuales deben crear conciencia sobre la necesidad de prevenirlas”[4].

 

7.1.3.- Las cooperativas.

 

Según la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), organismo cúpula de integración del cooperativismo a nivel mundial:

 

“Una cooperativa es una asociación autónoma de personas que se han unido de forma voluntaria para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales en común mediante una empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática”.

 

Las cooperativas constituyen el eje clave mundial de la ES al extremo de constituir el mayor movimiento socio-económico del planeta y, gracias a sus procesos de inter-cooperación e integración, asociar a más de 1.000 millones de asociados y 250 millones de personas empleadas en más de 2,6 millones de cooperativas[5].

 

Si se considera que cada asociado tiene una familia promedio de tres personas, el total de vinculadas al movimiento, sobrepasa los cuatro mil millones. Las 300 cooperativas más grandes han generado ingresos anuales de 2,2 billones de dólares, equivalente al PIB de la séptima economía más grande del mundo[6].

 

7.1.3.1.- Valores y principios cooperativos.

 

Para la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), los valores y principios cooperativos son

 

“los fundamentos básicos sobre los cuales descansa la doctrina cooperativa. Son los elementos que le dan unidad, integridad e identidad al movimiento cooperativo en el mundo”, y “las cooperativas están basadas en los valores de la autoayuda, la auto responsabilidad, la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad. En la tradición de sus fundadores, los asociados cooperativos hacen suyos los valores éticos de la honestidad, la transparencia, la responsabilidad y la vocación social”[7].

 

La dinámica cooperativa se debate entre las variables externas y propias, si el mundo cambia es de esperar que sus valores y principios también lo hagan, ello que explica que la ACI desde que instituyó los valores y principios como tales en 1934, los haya reformado en 1966 y 1995. Estos valores funcionan como instrumentos orientadores de la conducta y gestión de las cooperativas y sus actores; son como rieles por los que transitan los principios.

 

Los Principios son los valores resumidos de tal forma tal que permita su fácil aplicación. Son las locomotoras del tren de los valores, no deben ser entendidos como verdades absolutas, por las cuales variaron en los diferentes congresos de la ACI. Los aprobados en el Congreso de Manchester (1995), en el contexto de su Declaración sobre la Identidad Cooperativa, son:[8]

 

1.- Afiliación voluntaria y abierta. Las cooperativas son organizaciones voluntarias, abiertas a todas las personas capaces de utilizar sus servicios y dispuestas a aceptar las responsabilidades de la afiliación, sin discriminación de género, condición social, raza, posición política o religiosa.

 

2.- Gestión democrática por parte de los asociados. Las cooperativas son organizaciones democráticas gestionadas por sus asociados, que participan activamente en la determinación de sus políticas y la toma de decisiones. Los hombres y mujeres que ejercen como representantes elegidos son responsables ante el conjunto de los asociados. En las cooperativas primarias los asociados tienen derechos igualitarios de votación (un asociado, un voto), y las cooperativas de otros niveles también se organizan de manera democrática.

 

3.- Participación económica de los asociados. Los asociados contribuyen de manera equitativa al capital de la cooperativa y lo gestionan democráticamente. Al menos una parte de dicho capital suele ser propiedad común de la cooperativa. En general los asociados reciben una compensación limitada, si la hubiera, sobre el capital aportado como requisito para pertenecer a la cooperativa. Los asociados destinan los excedentes de capital a cualesquiera o a todos los siguientes fines: al desarrollo de la cooperativa, posiblemente mediante la creación de reservas, al menos una parte de las cuales sería de carácter indivisible; a la retribución de los asociados de manera proporcional a sus transacciones con la cooperativa; y a sufragar otras actividades aprobadas por los asociados.

 

  1. – Autonomía e independencia. Las cooperativas son organizaciones autónomas de autoayuda, gestionadas por sus asociados. Si establecen convenios con otras organizaciones, incluidos los gobiernos, o si reciben capital de fuentes externas, lo hacen en condiciones que garanticen la gestión democrática por parte de los asociados y respeten su autonomía cooperativa.

 

5.- Educación, formación e información. Las cooperativas ofrecen educación y formación a sus asociados, representantes electos, administradores y empleados para que puedan contribuir con eficacia al desarrollo de la cooperativa. También informan al público en general –en especial a los jóvenes y los líderes de opinión– sobre el carácter y las ventajas de la cooperación.

 

  1. Cooperación entre cooperativas. Las cooperativas benefician con máxima efectividad a sus asociados, y fortalecen el movimiento cooperativo, al trabajar en conjunto mediante estructuras locales, nacionales, regionales e internacionales.

 

  1. Preocupación por la comunidad. Las cooperativas trabajan en favor del desarrollo sostenible de sus comunidades mediante políticas aprobadas por los asociados.

 

La existencia de principios universales no impide que una cooperativa agregue principios propios como la Mondragón Corporación Cooperativa (MCC) que en su congreso de 1987, asumió los siguientes bajo el título “Principios Básicos de la Experiencia Cooperativa de Mondragón”: 1.- Libre Adhesión; 2.- Organización Democrática; 3.- Soberanía del Trabajo; 4.- Carácter Instrumental y Subordinado del Capital; 5.- Participación en la Gestión; 6.- Solidaridad Retributiva; 7.- Intercooperación; 8.- Transformación Social; 9.- Carácter Universal; y 10.- Educación.

 

Finalmente, si algún movimiento socio-económico posee argumentos y demostrado con hechos su interés por preservar el ambiente e impulsar el Desarrollo Sustentable ese es el cooperativo. Con su Declaración de Río bajo el lema de Identidad Cooperativa para el Nuevo Milenio (3 al 7/12/ 2000) la ACI asumió e hizo saber a la ONU el siguiente compromiso:

 

5. Que la Alianza Cooperativa Internacional asume el compromiso de obtener el respaldo de millones de miembros de las cooperativas hacia la carta de Río, por el logro de la paz, la solidaridad, la equidad, la justicia, la igualdad, la protección ambiental y el desarrollo humano sostenible”.

 

Ojalá ese compromiso se convierta en el octavo principio cooperativo y todo cooperativista sea defensor de las condiciones ambientales del planeta.

 

Una comparación entre las mutuales y las cooperativas mostraría dos diferencias claves: 1.- las mutuales capitalizan sus excedentes, los reinyectan para mejorar sus servicios, mientras las cooperativas pueden repartirlos; y 2.- las mutuales dedican su atención a asuntos de salud y protección social mientras las cooperativas pueden realizar cualquier actividad humana incluyendo esas dos.

 

7.2.- APORTES A LA IDENTIDAD DE LAS OES.

 

La observación y sistematización de los rasgos aportan a lo que pudiese denominarse la Identidad Organizacional, entendida como el conjunto de atributos propios que las organizaciones poseen, tipificados principalmente por sus lógicas de funcionamiento y estructuras específicas. Gracias a esa Identidad como denominador común, los actores de cualquier modalidad organizacional pueden comunicarse entre sí, compartir inquietudes y realizar actividades conjuntas de manera directa, al mismo tiempo que construyen sus movimientos con dimensiones locales, regionales, nacionales y, hasta mundiales dependiendo del tipo.

 

En cuanto a las OES, tómese como base la definición operativa de Economía Social; con la flexibilidad del caso puede asumirse la definición de cooperativa formulada por la ACI y aplicarse a las OES, es decir también a asociaciones y mutuales, así

 

“Una Organización de la Economía Social es una asociación autónoma de personas que se han unido de forma voluntaria para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales en común mediante una empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática”.

 

¿La definición es aplicable a todas las OES?. Responder esta interrogante implica acotar lo siguiente:

 

1.- De conformidad con los valores organizacionales del Punto 01, todas las OES practican el valor del asociacionismo como valor de partida, las mutuales agregarán el mutualismo y las cooperativas el mutualismo y el cooperativismo.

 

2.- Otra diferencia radicaría en las magnitudes de las empresas. Existe una relación inversamente proporcional entre asociaciones, mutuales y cooperativas y las magnitudes, así: las asociaciones tienden a poseer empresas de poco capital y poco complejas en lo estructural; las mutuales de mayor capital y empresas más complejas; y las cooperativas pueden tener grandes magnitudes en ambas variables.

 

Bajo esas consideraciones, la respuesta es sí; esa definición es aplicable a toda OES por poseer ellas rasgos comunes.

 

7.3.- RASGOS DE LAS OES.

 

Los primeros cinco rasgos se ajustan a la definición ut supra, se presentan otros.

 

Rasgo 01.- Desarrollan el asociacionismo como valor de base.

 

Rasgo 02.- Son constituidas voluntariamente por personas naturales o jurídicas.

 

Rasgo 03.- Sus promotores enfrentan necesidades y aspiraciones comunes.

 

Rasgo 04.- La empresa pertenece a quienes las constituyen: propiedad conjunta.

 

Rasgo 05.- Son gestionadas por sus asociados: gestión democrática.

 

Rasgo 06.- Doble dimensión Asociación-Empresa

 

Toda OES posee una doble dimensión, ser a la vez, de manera indisoluble, asociación autónoma de persona y empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática. Se subraya lo de indisoluble; imaginar la doble dimensión contribuye a focalizar las actividades de cada dimensión pero jamás viéndola de manera dualista; deben verse como una sola estructura objeto de una gestión integral con lineamientos estratégicos compartidos, incluso por quienes pudiesen ser contratados en cargos directivos u operativos, en aras de satisfacer las necesidades de los asociados, razón de ser de toda OES.

 

La doble dimensión concede un doble anclaje en los espacios en que se actúen. Si se observa esa doble dimensión en el gráfico siguiente, la Asociación ocuparía el espacio de la Esfera Política o estratégica y la Empresa el de la esfera operativa o de ejecución.

 

GRÁFICO Nº 09. LA DOBLE DIMENSIÓN ASOCIACIÓN-EMPRESA.

 

Esa doble dimensión obliga a observarlas como organizaciones que concentran sus objetivos sociales en la Asociación y los económicos en la Empresa, aunque no exclusivamente en ellas. Esa dialéctica es clave para comprender su doble anclaje en los espacios en que actúan. El valor de la igualdad domina en la Asociación, fundamentalmente en cuanto a una persona un voto, mientras que el de la equidad lo hace en la empresa, fundamentalmente en cuanto al reparto proporcional de excedentes.

 

Ambas dimensiones o esferas se interrelacionan gracias a una bisagra, el Núcleo Básico o instancia de coordinación, responsable de convertir las estrategias propuestas por la Asociación en acciones concretas de la Empresa. Al interior de ese Núcleo Básico estarían los directivos en su consejo de administración o junta directiva y la gerencia o coordinación general.

 

Según Dávila el “Núcleo Básico” está conformado por[9]

 

 “ … los asociados directivos y la gerencia y constituye el colectivo que asume la responsabilidad de la conducción de la cooperativa. […] Es un espacio en el cual se producen las relaciones entre la dimensión asociativa y la dimensión empresarial al interior de la organización cooperativa, que funciona como una unidad económica y social. Los asociados se relacionan con la dimensión productiva como usuarios de los servicios que ofrece la cooperativa, en tanto que se relacionan con la dimensión asociativa como dueños, eligiendo a los delegados para que los representen en la asamblea y nombren directivos”.

 

Agrega Dávila:

 

“En este núcleo reside la autoridad y a través de él se realiza la gestión. El binomio gerente – asociados directivos es el responsable de que la cooperativa funcione. El núcleo básico es un espacio donde se ejerce la dirección de la organización, se toman decisiones sobre crédito, se definen programas, planes y proyectos y se apoya el proceso ejecutivo de la gerencia. Este núcleo se ha ido ampliando, en la medida que las cooperativas han pasado de la asamblea ordinaria de asociados a la asamblea por delegados, quedando estas personas integradas a un núcleo básico ampliado, que ejerce la representación de los asociados en la gestión de la cooperativa.

 

Rasgo 07.- Valores y principios como guías de acción.

 

Los Valores y Principios son las directrices básicas para orientar la acción de las organizaciones y las cooperativas no son la excepción; por el contrario, los movimientos constituidos por las cooperativas y las mutuales los asumen y han sistematizado al extremo de ser calificados como universales bajo el entendido de que no son uniformes, que varían dependiendo de los grupos humanos y sus contextos.

 

Como se explicó en el Punto 01, de la sinergia de los valores y principios de una persona u organización surge la Ética y la consecuencia lógica de poseerla es desear que otros la asuman y apliquen, que se comporten de manera parecida para mostrar una imagen de conjunto. Ello explica porque los primeros valores de una empresa son los de sus fundadores y las organizaciones tiendan a transmitirla a sus propios miembros, otras organizaciones y al resto de la sociedad.

 

Un elemento clave en el panorama organizacional de las OES es que poseen definidos valores de base como la colaboración, la ayuda mutua y el asociacionismo y que en la medida en que perfilan sus acciones a otras de mayor alcance, se suman otros como el mutualismo, el cooperativismo y la solidaridad y han desarrollado sus código de valores y principios es decir, sintetizado sus éticas. Este proceso ha impulsado los principios del mutualismo y el cooperativismo, al extremo de que no pocos asociados piensan que ser mutualista o cooperativista es una forma de vida.

 

Por la vía de los Valores y Principios se llega a la Doctrina Cooperativa, a ese ámbito que se nutre de ideas y que algunos autores denominan el “ideario doctrinario”. Para Serrano Uribe la Doctrina unifica los humanos en el compartir de valores y principios motivadores y orientadores de su conducta personal y social; “…caracteriza las organizaciones y empresas cooperativas, distinguiéndolas (por sus políticas, estrategias, propósitos y procedimientos de actuación) de otras organizaciones y empresas que funcionan y operan en el ámbito económico y social, de acuerdo con los móviles, políticas, estrategias y procedimientos diferentes”[10].

 

En el caso de las cooperativas, Serrano Uribe entiende por tal al núcleo unitario y orientador de toda la actividad cooperativa: “Unitario por cuanto representa un ideario común en el tiempo que identifica a las personas y las organizaciones que realizan actos cooperativos; orientador, porque constituye una línea directriz conocida y reconocible para determinar y ejecutar adecuadamente todo género de propósitos y acciones”.

 

Esa caracterización se observa con mayor nitidez en la Declaración de Manchester al señalar que “los valores y principios cooperativos son los fundamentos básicos sobre los cuales descansa la doctrina cooperativa. Son los elementos que le dan unidad, integridad e identidad al movimiento cooperativo en el mundo”.

 

Una verdad se impone en cuanto al desarrollo de los valores y principios en las OES, ellos deben surgir de sus propias lógicas y prácticas, no pueden imponerse. Constituyendo en sí mismos un rasgo básico, se hace necesario impulsar con fuerza la Doctrina de las OES como su cobertura mundial.

 

Rasgo 08.- Generan riqueza sin buscar lucro.

 

Todas las variantes conceptuales relacionadas con los términos de ES y ESol coinciden en que las OES son organizaciones sin fines de lucro (OSFL). Según la Real Academia, lucro es la ganancia o provecho que se saca de una cosa y lucrativo es lo que produce utilidad y ganancia, “lucrar” es sacar provecho de un negocio, obtener utilidades.

 

Por naturaleza: 1.- ellas asocian personas, no capital; y 2.- la suscripción de capital o aportes no tiene carácter especulativo pues está destinado a enfrentar problemas comunes (producir o acceder a un servicio, por ejemplo); por ambas razones se concede preferencia a remunerar la actividad antes que el capital y, siendo ella de propiedad colectiva, debe conceder preferencia a la inversión colectiva antes que a la individual. Aplicando el concepto de lucro, ni la OES ni sus asociados pueden lucrarse a costas de sí mismos.

 

La siguiente afirmación de Elgue referida a las cooperativas ilustra bien esta concepción:

 

“Si bien las cooperativas realizan una actividad económica, ella está dentro de un campo de la economía distinta a la economía de lucro […] Entonces, la “economía del lucro” expresa la organización de la actividad económica subordinada al fin declarado de obtener ganancias o utilidades en el intercambio, independientemente del uso final de los bienes o servicios que son objeto de las transacciones. En cambio, el concepto de actividad económica se refiere a la proyección del hombre sobre la naturaleza para posibilitar su subsistencia y al intercambio o distribución de bienes y atención de servicios para satisfacer necesidades humanas sin subordinación a otras motivaciones.

 

En el campo de la actividad económica en función social no se compra para revender con ganancia o producir utilidades a los inversores sino que la operación consiste en la prestación de servicios sociales. No se opera con valores de cambio sino de uso. En el área cooperativa, los excedentes de previsión se restituyen a los usuarios, las reservas son irrepartibles y, en caso de disolución de la entidad, el remanente patrimonial corresponde al Estado. El hecho que una cooperativa crezca, que se transforme en una empresa con mayúsculas, tampoco es motivo para asimilarla a los grandes grupos lucrativos[11].

 

Al respecto es interesante comprender la sutil diferencia entre organizaciones “sin ánimo de lucro” y “no lucrativas”:

 

“… sólo las obras caritativas que obtienen dinero con la intención de ofrecer servicios sin buscar ningún beneficio pueden ser adecuadamente designadas como empresas “no lucrativas”. Esta distinción entre empresas cooperativas y empresas no lucrativas es importante para garantizar una política oficial adecuada. Toda confusión que surja entre las empresas de autoayuda (entre ellas, las cooperativas) y las obras caritativas (que prestan servicios en relación de dependencia) no puede ser más que negativa para las cooperativas, y habría que evitarla a toda costa”[12].

 

El problema del lucro en las OES pudiera presentarse en tres casos:

 

1.- Cuando perciben ingresos generadores de excedente por venta de bienes o servicios propios (servicios funerarios o sacos de café, por ejemplo), de quienes no son sus asociados, “terceros” que no tendrían oportunidad de recuperar sus alícuotas al final del ejercicio.

 

2.- Cuando intermedian, es decir, perciben ingresos generadores de excedente por actividades de compra – venta (repuestos de vehículos, por ejemplo), de quienes no son sus asociados, “terceros” que no tendrían oportunidad de recuperar sus alícuotas al final del ejercicio. En este caso es clara la realización de un acto de comercio y el acto comercial está reñido con el Acto cooperativo.

 

3.- Cuando los excedentes son plusvalías o valores producidos por trabajadores no asociados o contratados, que tampoco tendrían oportunidad de recuperar sus alícuotas al final del ejercicio.

 

En los dos primeros casos, muy parecidos, si la OES o sus asociados se apropiasen de esos excedentes, estarían actuando con la lógica lucrativa de las actividades comerciales; la salida justa seria depositar esos excedentes en una cuenta especial que los revierta a quienes los produjeron o aplicarlos a la comunidad mediante actividades educativas u otras de RS pero ¡jamás apropiarse de ellos!.

 

En el tercer caso se estaría en presencia de un acto de explotación humana, es decir, apropiarse de un valor producido por el trabajador que obviamente no regresó a él (plusvalía); la salida justa seria cancelar salarios a esos trabajadores en igualdad de condiciones de los anticipos societarios de los asociados, así como una alícuota de excedentes similar al final del ejercicio; de no ser posible, depositar esos excedentes en una cuenta especial que permita aplicarlos a la comunidad mediante actividades educativas u otras de RS, ¡tampoco apropiarse de ellos!.

 

Este aspecto del “no lucro”, no está claro en numerosos cooperativistas pues lo confunden con no crear riquezas o no obtener ingresos que permitan llevar una vida decorosa por lo que tienden a disminuir los excedentes a cantidades insignificantes, numerosas veces cobrando menos por el trabajo o regalándolo. Es importante subrayar que el “no lucro” es un atributo de la OES y de sus asociados que no entra en contradicción con la necesaria creación de riquezas y su capitalización, ni con el lógico deseo humano de lograr mejores ingresos y niveles de vida.

 

El desarrollo y la permanencia en el tiempo de las OES es responsabilidad exclusiva de sus asociados y de las comunidades que se benefician de su existencia. Si no se está conscientes de la necesidad de prepararse económicamente para enfrentar los desafíos y los cambios con un entorno socio – económico cada vez más difícil, se marcha al fracaso; ello obliga a la creatividad, a buscar soluciones origínales a los problemas de capital y a desarrollar una conciencia estratégica colectiva que con valores permita a los cooperativistas elevar sus condiciones laborales y de vida.

 

Una acotación clave, las OES generan excedentes no utilidades o lucro como las empresas de capital, esa es la principal razón por la que no deben pagar impuestos sobre la renta.

 

Rasgo 09.- Desarrollan participación con condiciones para la autogestión.

 

Un proyecto de OES no puede formularse por voluntad externa; ellas necesitan autonomía e independencia para su pleno desarrollo, son frecuentes los riesgos de que gobiernos, empresas, partidos políticos, sindicatos burocratizados y otras organizaciones, les transmitan sus esquemas de funcionamiento acompañados de vicios, obstaculizando la opción autogestionaria. Con la autogestión se rompe la tradicional pirámide burocrática propia del modelo burocrático.

 

Pero no basta con que “la base” asuma las decisiones estratégicas además de las operativas; la autogestión debe ser un proceso continuo que conceda preponderancia a las personas y al trabajo sobre el capital, apuntando a descentralizar el poder mediante la rotación en las decisiones y los cargos rompiendo los niveles jerárquicos y la rotación en las actividades operativas rompiendo los tabiques verticales de la división del trabajo, horizontalizandolas, impulsándolas a un funcionamiento circular, a uno en el que todos los participantes, en el mismo nivel y deberes y derechos, están a la misma distancia del centro como sinónimo del poder y sus manos levantadas tengan el mismo peso: una persona un voto.

 

Para lograr la autogestión, en la búsqueda de un desarrollo cónsono con sus valores y principios, las OES deben asumir la participación como eje de superación de la condición burocrática hacia la autogestión y asumir la autogestión como el proceso capaz de hacerla trascender más allá de sus restringidos límites naturales hacia la sociedad en la medida en que se generaliza o socializa mediante la intercooperación y la integración como ejes fundamentales de fomento, creación y desarrollo de organizaciones similares, buscando posibles economías de escala pero también nutrir su democracia interna con más democracia.

 

A propósito de la participación en las cooperativas, Molina Camacho afirma que[13]

 

“El cooperativismo es, en realidad y en su práctica, participación. Participación en la génesis o creación de la cooperativa. Participación en el capital necesario para la actividad económica de ella. Participación en la gestión administrativa, sea como directivo o como simple asociado, en este último caso haciendo valer sus opiniones en las asambleas. Participación en las actividades económicas de la empresa, sea como trabajador, consumidor o usuario. Participación en los beneficios obtenidos gracias al esfuerzo colectivo. Participación en las actividades no económicas de la cooperativa: culturales, educativas, deportivas, etc. Participación en el movimiento cooperativo al cual debe estar afiliada la cooperativa. Participación en la solución de los problemas de su comunidad y de su país”.

 

La participación va de la mano de la democracia, sin una no existe la otra. Molina Camacho recuerda que Lars Marcus, en su informe sobre los Valores Cooperativos ante el Congreso de la ACI en Estocolmo (1988), censuró

 

“a aquellas cooperativas que no hacen todo lo que sea posible para que los asociados puedan ejercitar la participación dentro de una real y auténtica democracia cooperativista. La debilidad humana por el poder impide en no pocas cooperativas la renovación periódica de directivos o miembros del consejo de administración, exigencia doctrinaria y legal que debe cumplirse. Ello contradice este valor fundamental en el movimiento: el de la democracia”[14].

 

La dicotomía Propietarios / No propietarios reproduce otras pues toca elementos fundamentales como las jerarquías y la división del trabajo: dirigentes-dirigidos, decisiones-ejecución, trabajo intelectual-trabajo manual, perceptor de excedentes-no perceptor, dicotomías éstas que deben resolverse en la búsqueda de la autogestión. Acá cobran vigencia los fundamentos éticos que la organización desarrolle, particularmente los referidos a la gestión democrática y a la autogestión.

 

Como se afirmó en el Punto 2.3, la autogestión no es fácil de implantar sin la voluntad política ni el esfuerzo continuo de los interesados, máxime en sociedades donde dominan las organizaciones burocráticas y militarizadas. Ella constituye el proceso máximo de participación en una organización pero también lo de una sociedad en la medida en que se generaliza gracias a los rieles de la intercooperación e integración y a una estrategia hacia su sector y las comunidades exigiendo respeto absoluto a su autonomía.

 

Lamentablemente teniendo las OES condiciones para impulsar procesos participativos hacia la autogestión, son pocas las que lo intentan.

 

Rasgo 10.- Se desarrollan de lo local a lo mundial mediante la integración.

 

La finalidad de las OES es la de servir a quienes las constituyen y a su colectividad ya que sus miembros pertenecen a ella. Cierto que cuando una OES se constituye sus fundadores le aportan capital y trabajo pero también una comunidad, una nacionalidad y un territorio hacia la cual dirigir esfuerzos sin perder de vista la pertenencia a una región, un país o simplemente el Planeta.

 

Es así como lo local se convierte en el espacio mínimo vital de las OES, en su espacio de acción inmediato; aquel donde, por el simple hecho de que quienes la constituyen habitan, contiene la amplísima mayoría de los problemas básicos a enfrentar mediante OES. También lo local les proporciona una cultura específica sobre la cual construir su propia cultura organizacional interna.

 

El peso de lo local le concede a cada OES de base la obligación de responder a sus asociados y comunidades con su doble anclaje y doble capacidad de integración: el social de la asociación y el económico de la empresa. Ese doble anclaje reforzará las condiciones de afiliación a las OES, el vínculo entre quienes la constituyeron y quienes se sumaron a ella.

 

Si se considera que los planteamientos de Desarrollo Endógeno pretenden impulsar el potencial de una comunidad a partir de sus propias capacidades y recursos y desde esa perspectiva fortalecer las comunidades aledañas, la región y la sociedad entera de una manera sostenida en el tiempo, sin duda alguna que las OES son agentes importantes de este tipo de desarrollo pues los elementos de Identidad se identifican plenamente con él. Lo más importante en este desarrollo es que coloca a los habitantes de la localidad en la doble condición de agentes de cambio y beneficiarios primarios de los mismo; acá juega papel clave la comprensión del capital social entendido como la capacidad de una persona u organización de convocar acciones y movilizaciones con su sola credibilidad antes que con los recursos económicos y materiales que pudiesen tener[15].

 

Del Informe Final del Comité Académico “Éxito e innovación en la gestión: las cooperativas como agentes del desarrollo local” de la Red Unircoop, se extraen las siguientes apreciaciones[16]:

 

Cada sociedad, por pequeña que sea, es portadora de un conjunto de valores que son compartidos por sus miembros; dicho aspecto, interiorizado a nivel cultural y que se expresa como ‘una manera de ser’, crea la identidad colectiva del grupo humano que habita en ese determinado territorio. El territorio constituye, por otra parte, el espacio donde se realiza una serie de relaciones socio – económicas y de poder entre sus pobladores y que se expresan fundamentalmente en el control y utilización de los recursos existentes.

 

Los dos componentes analizados (el sistema de valores y el conjunto de articulaciones intrasociales en un espacio determinado) permiten soportar una nueva concepción del desarrollo, es decir el desarrollo local, definido como “un complejo proceso de concertación entre los agentes – sectores y fuerzas – que interactúan dentro de los limites de un territorio determinado con el propósito de impulsar un proyecto común (máxima expresión colectiva) que combine la generación de crecimiento económico, equidad, cambio social y cultural, sustentabilidad ecológica, enfoque de género, calidad y equilibrio espacial y territorial con el fin de elevar la calidad de vida y el bienestar de cada familia y ciudadano que viven en ese territorio o localidad. Por lo tanto, un grupo social será capaz de generar dinámicas colectivas en la medida en que el conjunto de normas y valores que sustentan su identidad colectiva le permitan superar dificultades y transformar dichas dificultades en logros”.

 

A propósito de la identidad colectiva local ese Informe afirma que ella

 

“se da cuando hay un reconocimiento compartido de creencias, actitudes y comportamientos por parte del grupo al que se pertenece y está estrechamente vinculada a una cierta territorialidad. Tiene un fuerte componente emocional y surge de la relación entre el yo frente a los otros (abarca lo social y lo personal). Dicha identidad se construye en la esfera grupal y “se basa en ese reconocerse en una historia colectiva y adquiere toda su potencialidad cuando provoca interrogantes sobre el presente y sobre un proyecto [colectivo futuro común]”.

 

Se convierte en motor del desarrollo cuando conlleva al convencimiento de poder actuar de manera conjunta para aportar algo a la comunidad. Se producen entonces nuevas formas de asociación (se pone mucho énfasis en la necesidad de unir fuerzas, pues todos están en el ‘mismo barco’) y se inician procesos de transformación económico – social haciendo, al mismo tiempo, hincapié en lo más auténtico de las tradiciones”.

 

“Sin quererlo”, entonces, las OES son consecuencias de lo local y se deben a ese nivel ya que lo local forma parte estructural de toda OES de base. Desde lo local, mediante procesos de intercooperación o acuerdos con otras OES y de integración o de constitución de otras OES entre varias, surge la opción de ocupar mayores espacios.

 

GRÁFICO Nº 10.- NIVELES DE INTEGRACIÓN.

Las OES que nacen con un espacio superior al local como una central regional, una federación nacional, la Federación Internacional de Cooperativas y Mutuales de Seguros (ICMIF) o la ACI misma, tienen su asidero, su anclaje natural en las OES de base y por ende en lo local.

 

“El desarrollo local, se inscribe dentro de la propuesta participativa, concertadora, ascendente y multidisciplinaria la que a su vez será, múltiactivas y ecológica, capaz de establecer nexos contractuales entre los actores sociales y las instituciones que las representan y las apoyan. Esta vinculación es insoslayable para impulsar las iniciativas locales a fin de permitir que estas puedan tener continuidad, viabilidad y sostenibilidad en el mediano y el largo periodo”[17].

 

– Resumen de los rasgos.

 

Se resumen:

 

01.- Desarrollan el asociacionismo como valor de base.

02.- Son constituidas voluntariamente por personas naturales o jurídicas.

03.- Sus promotores enfrentan necesidades y aspiraciones comunes.

04.- La empresa pertenece a quienes las constituyen: propiedad conjunta.

05.- Son gestionadas por sus asociados: gestión democrática.

06.- Doble dimensión Asociación-Empresa

07.- Valores y principios como guías de acción.

08.- Generan riqueza sin buscar lucro.

09.- Desarrollan participación con condiciones para la autogestión.

10.- Se desarrollan de lo local a lo mundial mediante la integración.

 

7.4.- RETOS

 

Quienes conocen las bondades de las OES afirman que son capaces de lograr sus objetivos colocando a las personas como razón de ser; que potencian el espíritu emprendedor en equipo; generan empleos y resuelven crisis sectoriales o territoriales; impulsan la participación por lo que son “escuelas de democracia económica y de formación de líderes”; aportan a la construcción de una sociedad más equitativa al integrar personas y generar riqueza colectiva mediante valores como la democracia y la solidaridad, valores estos a construir. A pesar de esas bondades, numerosos son sus detractores, provienen del sector capitalista y de gobiernos populistas e intervencionistas, por lo que son variados también los retos que sus activistas deben enfrentar.

 

Grandes evoluciones marcan nuestras sociedades y en ellas juega papel preponderante la globalización neoliberal que impulsa a las empresas a redefinir roles para ajustarse a las nuevas realidades del mercado; los actores de las OES no deben estar al margen de ese proceso, deben estudiarlo para mejor enfrentarlo.

 

Efectivamente, se observan impactos como concentraciones económicas y megafusiones, cierre de numerosas empresas y constitución de otras, exclusión social, eliminación de regulaciones económicas, privatizaciones, contratación de empresas privadas en públicas, eliminación de las barreras aduaneras, aumento del desempleo y de la pobreza en personas y comunidades enteras, mientras que otras se enriquecen exponencialmente. Esa globalización genera formas novedosas de exclusión y alienación social que se suman a las tradicionales sembrando situaciones explosivas en numerosos rincones planetarios, impidiendo el desarrollo de ciudadanías afianzadas en ambientes locales e impidiendo nuevas instituciones de desarrollo.

 

No en vano, autores europeos como Jean-Louis Laville afirman que se está en proceso de vivir una tendencia del mismo orden de 1848 pero a nivel mundial dado el intento de imposición de la ideología liberal por una sociedad gobernada por el principio del mercado auto-regulador. Por ello sería interesante renovar ese debate en la medida en que permita profundizar en el análisis genealógico institucional del sistema, e identificar sus resortes y potencialidades. Con los cambios enunciados, la identidad cooperativa corre verdaderos riesgos; un reto se impone: ¿cómo, comprendiendo que esos cambios existen y que las cooperativas deben perfilar sus condiciones ante ellos, no perder la identidad?.

 

En ese contexto los movimientos socio-económicos locales han entrado en procesos de mutación e iniciado formas de desarrollo con mayor énfasis en lo social y en los valores desarrollados por el cooperativismo, que, recordamos, no solo comprenden la solidaridad. Esos procesos novedosos permite observar millares de proyectos empujados por actores también novedosos, de los cuales muchos son castrados por gobiernos populistas amantes de la inmediatez y del aborto de procesos sociales solo por hacer valer sus egoístas intereses. Esos millares de proyectos expresan la aspiración sentida por otras modalidades económicas y de desarrollo, por esa mundialización de la ES.

 

Obvio, más de 500 años de capitalismo no han solucionado los problemas más álgidos de la humanidad y que la globalización neoliberal no será en la práctica sino “más de lo mismo” a escala mundial. No todas las OES enfrentan ese reto de la misma manera, las de los países de mayor penetración capitalista, por ejemplo, lo harán de manera diferente a las de un país africano o latinoamericano pues tienen problemas diferentes y la penetración globalizante las afecta de manera diferenciada.

 

Los diversos movimientos nacionales han generado también interesantes salidas y hacen frente a esos cambios signados por nuevas interrogantes: ¿cómo medir los impactos y cambios?, ¿adaptarse a ellos o enfrentarlos?, ¿cómo hacerlo?, ¿estaremos en condiciones de continuar nuestros procesos de consolidación de capital social?, ¿cómo desarrollar la identidad de OES y construir herramientas apropiadas para ellos?, ¿cómo hacer de la ES un eje de globalización alterno?, ¿cómo promover el reconocimiento de la ES como elemento esencial de un desarrollo sustentable?, ¿cómo desarrollar espacios de intercambios la intercooperación y los procesos autogestionarios en y entre los diferentes integrantes de la ES?, ¿cómo desarrollar estructuras de la ES que se reconozcan mutuamente como actores colectivos y de cambio social?, en fin, ¿cómo construir islas de OES en un océano capitalista y desarrollarlas sin hundirse?.

 

Responder estas interrogantes obliga a profundizar en los preceptos de la identidad de las OES; los riesgos son numerosos y ellas deberán trazar apropiadas estrategias para no quedar a la zaga que los cambios imponen, mantenerse competitivas y, en el peor de los casos, cumplir con los objetivos para los que fueron constituidas. Como se afirmó, las OES son organizaciones con las cuales se pueden emprender todas las actividades humanas salvo las de explotar o esclavizar personas.

 

Afortunadamente y de manera concomitante, las OES, por su doble anclaje local, continúan siendo los mejores contrapesos a esa globalización, aprovechando de ella lo beneficioso pues no puede obviarse que las OES apuntan a construir un sistema mundial que con raíces locales se opondría a la globalización neoliberal. Los cooperativistas deben tener sus raíces bien plantadas en lo local sin perder de vista lo global y apuntar a la Globalización de la Economía Social.

 

El principal reto de las OES es producir bienes, crear empleos, desarrollar democracias autogestionarias y contribuir a mantener las condiciones ambientales del planeta como ejes centrales de su actividad. Alrededor de esos ejes debe tejer sus propios programas contra el hambre, la marginalidad, y otras necesidades que la humanidad le plantea, debe responder a estos retos gracias a su principal fortaleza: el conjunto de atributos que lo diferencian de otras organizaciones y movimientos, su identidad.

 

Pero los atributos de la identidad no son suficientes si los activistas no la comprenden e incorporan a lo largo y ancho de sus actividades una administración profesional que aproveche integralmente las ventajas competitivas asociadas a la doble dimensión Asociación-Empresa con base en valores y compromisos con la comunidad, e innovaciones permanentes y a la altura de los cambios para ser capaces en lo interno y competitivos en lo externo pues no debe olvidarse que las OES tienen amenazas de permanentes enemigos: el socialismo estatista y la globalización neoliberal. Lo dicho señala riesgos.

 

Cabría preguntarse si ellas pueden erigirse en sí mismas como alternativa ante el socialismo estatista y la globalización neoliberal que se impone en el Planeta. Pareciera que si, a pesar del uso utilitario o de “comodín”, que han jugado en el capitalismo y en el socialismo estatista, ellas, particularmente las cooperativas, poseen fortalezas y bondades, ventajas competitivas con sus rasgos para imponerse.

 

Un riesgo es la desmutualización. Aún con claras identidades organizacionales es posible que éstas disminuyan y hasta se pierdan, son numerosos los casos en que OES se convierten en empresas de capital o apéndices de estados; otra opción desmutualizadora existe cuando adoptan lógicas y prácticas diferentes a las de su identidad; las falsas cooperativas venezolanas son elocuentes.

 

El oxigeno democrático, preferiblemente autogestionario, y el respeto a las iniciativas humanas que necesitan las OES no se encuentra en los sistemas señalados; solo pudiera encontrarse en un socialismo democrático altamente participativo, ver autogestionario, con las OES como rectoras aunque no únicas de lo socio-económico y un estado que se descentralice y respete la autonomía de las organizaciones. El primer paso hacia ese socialismo autogestionario debería ser concomitantemente el primero de la descentralización del Estado; en el sustrato de esta afirmación se encuentran las contradicciones entre el modelo burocrático propio de militares y burócratas y el autogestionario de las OES.

 

Lo afirmado implica que las OES deben desarrollar su propia cultura organizacional ya que la permanencia en el tiempo dependerá de la capacidad de adaptación a los cambios y la construcción de apropiadas generaciones de relevo. Toda OES debe erigirse sobre dos columnas en inter-desarrollo: la social y la económica, construirse en el terreno de la educación, la autonomía y el autofinanciamiento, impregnar las sociedades con sus valores y prácticas y apuntar permanentemente al cielo de la autogestión.

 

– Última acotación.

 

Los marcos legales de las cooperativas (nacional, regional, local, o interno: estatuto y reglamentos), deben ser suficientemente flexibles para insertar y conceder visibilidad a los diversos procesos socio – económicos tradicionales de comunidades en las cuales ellas se insertan y a los elementos modernos que surgen con nuevos procesos como la globalización y la cuarta y la ya muy próxima quinta revolución industrial.

 

Deben ser voluntarios, surgidos de la participación amplia de la mayoría de sus actores y no solo de personas, particularmente algunos abogados, que asumen que con leyes se arreglan todos los complejos problemas de estos movimientos. En definitiva, no deben ser embudos obligatorios para el tránsito de las prácticas de estas organizaciones. Las iniciativas e innovaciones potenciales de los cooperativistas no deben limitarse por legales camisas de fuerza.

 

Notas.

[1] Durante sus estudios en Francia y Bélgica el autor de este documento comprobó las bondades del sistema mutualista y el de sus farmacias sociales.

[2] Union Africaine de la Mutualite. http://www.unionafricainemutualite.org

[3] http://www.sitiosocial.com/mutualismo/principios.html

[4] Republica de Colombia. Gobernación de Antioquia. Asociaciones mutuale en

http://www.gerencie.com/asociaciones-mutuales.html

[5] Alianza Cooperativa Internacional. Declaración 4 de julio 2015. Elija cooperativo, elija equidad. Ob. Cit

[6] Ver Bruno Roelants et Al. Ob. Cit

[7] Alianza Cooperativa Internacional (ACI). Declaración sobre la Identidad Cooperativa. XXXI Congreso de la ACI, Manchester. Sept.- 1995. Cepac- UCV. Centro Documental Virtual. Documentos de Apoyo Nº 2. Feb.1996.

[8] Ibidem.

[9]Dávila L. de G., Ricardo. (Coordinador) et Al. Informe Final del Comité Académico: “Éxito e innovación en la gestión: Las cooperativas como agentes del desarrollo local “. Unircoop. Nodo Andino.2004. p.46.

[10] Ver Rymel Serrano Uribe. Valores y principios cooperativos. Serie Divulgativa Coopdesarrollo 2. Documento de Internet Nº 28. Centro Documental Virtual del Cepac-UCV. Bajados de Internet, Feb.1997.

[11] Elgue, Mario César. El sentido del desarrollo y la Economía Social. http://www.iigov.org/dhial/?p=46_03 Oct.2003.

[12] Organización Internacional del Trabajo (OIT). Promoción de las cooperativas II. Primera Edición. Ginebra. Suiza.2000. p.82.

[13] Carlos Molina Camacho Valores y principios cooperativos como guías fundamentales de acción. Ponencia: 1er. Encuentro Nacional de Formadores de Cooperativismo. Valores, Principios, Capital Social y Capital Económico: Una Sinergia Fundamental en la Constitución de Cooperativas. Cepac – UCV. Universidad Central de Venezuela. , 30 y 31/10/2003. p.5.

Ibidem. p.6.

[15] El concepto de capital social, relativamente novedoso, se aplica cada día más en las teorías explicativas del funcionamiento de las OES y particularmente de las cooperativas. Numerosas experiencias cooperativas pueden calificarse como capital social en marcha.

[16]Dávila L. de G., Ricardo. (Coordinador) et Al. Ob. Cit.97 p.

[17]Mora, Jorge. “El papel de las instituciones en las estrategias regionales y micro regionales de desarrollo sostenible”, en Horizontes Cooperativos, San José, Costa Rica. No.6.1994 Pág.36 – 46.

 

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